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Mary Quintero: “Fotógrafa es un trabajo fantástico para mujer”

La fotógrafa Mary Quintero, en su casa de la calle Ecuador, sigue muy activa con sus fotos, pinta y decora joyas y bolsos.
photo_camera La fotógrafa Mary Quintero, en su casa de la calle Ecuador, sigue muy activa con sus fotos, pinta y decora joyas y bolsos.

Después de retratar a miles de vigueses, el jueves recibirá el premio Empresarias Galicia

 Es una artesana y una artista de la fotografía. Mary Quintero ha vivido todos los cambios de esta profesión, que considera la mejor para una mujer: "Siempre me pareció un trabajo fantástico para una mujer. Me valió de mucho porque no había fronteras en el estudio y la mayoría de las que venían a retratarse eran mujeres", explica en su casa de la calle Ecuador dos días antes de recibir el premio Empresarias Galicia, el jueves en el Auditorio Mar de Vigo, que la ha emocionado.
Mary Quintero nació detrás de una cámara. Sus padres Aurelio y Amadora tenían un estudio en Melide, donde ella nació en 1931. "Aprendí el oficio en casa e hice mi primera exposición a los 15 años. ¡En Lugo fue un evento!", recuerda. El director de Radio Lugo era amigo de su padre y al ver el trabajo de Mary propuso hacer una exposición: "Esto hay que enseñarlo", asegura Mary que dijo. Fue en el Círculo de las Artes y la titularon “Nuevos horizontes de la fotografía”. Era una época en blanco y negro en la que se usaba un raspador para aclarar. Cada foto era única.
Hizo otra exposición en Lugo a los 18 años con retratos de las más guapas de la zona. Coincidió que fue a visitarla la mujer de un cónsul de Vigo que le preguntó si iría a la ciudad para hacerles fotos. "Yo sabía que contaba con mi padre, desde que empecé él fue mi guía, viajábamos juntos, él llevaba la parte técnica y quiso que firmara con mi nombre", explica.
Fue en el Hotel Alameda donde se montó la sesión de fotos para las distinguidas señoras de la sociedad viguesa en el año 1952. "Empezaron a venir más señoras y dijeron que había que hacer una exposición. Así empezamos a retratarlas en sus domicilios, eso me encantaba porque era el ambiente de cada una, luego empezaron las bodas, las fotos de puesta de largo. En aquella época cobraba 1.000 pesetas por una foto", dice con orgullo.
Luego se casó y su marido tenía una granja en Monterroso, la famosa Granxa Maruxa que hoy lleva su hija, pero todos en casa coincidieron que la fotografía tenía más futuro. Hasta que abrió su conocido estudio en Urzaiz pasaron una temporada viajando a Vigo en autobús. "Fíjate -explica- que con el tiempo mi marido tuvo la suerte de que su hija puso en marcha aquellos proyectos que él no había podido y vivió para verlo. ¡Fue una emoción enorme!". 
Mientras entonces se convertía en una reputada fotógrafa su padre tuvo que firmar el contrato de alquiler, "a mí no me lo alquilaban", eran otros tiempos para las mujeres. "Iba a congresos de tres días yo sola, el resto eran todo hombres y ahora veo a tantas".
Se considera bien valorada como profesional. "Tuve un montón de premios y todos dados por los colegas hombres". 
Mary Quintero asegura que aprendió sin libros y solo de su cabeza salió la técnica que la diferencia, la aplicación del color transparente añadiendo técnicas de pintura a la fotografía.
Tiene dos hijos y dos hijas, una de ellas es fotógrafa, María, pero lo dejó. "Creo que lo dejó en buen momento porque se unió a los proyectos de Marta. Realmente la fotografía de estudio es cara y ya no éramos necesarios. Antes hacían una tarta y venían al estudio, el día de la palma, venían al estudio, para todo nos necesitaban. No quiere decir que un buen retrato no se valore, pero ya no somos necesarios", constata con cierta tristeza.
Mary Quintero no para. Sigue haciendo fotos, buscando en cada imagen una historia que contar, pinta y decora joyas, bolsos y zapatos. Su imaginación no para. 

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