Niveles de meditación

El Budismo es una de tantas religiones con las descubrir el secreto de la meditación.
photo_camera El Budismo es una de tantas religiones con las descubrir el secreto de la meditación.

Hay muchos y variados niveles de meditación o de consciencia. Se puede subir a la cumbre de la montaña por muy distintos caminos, incluso puede ocurrir que dos personas hayan llegado al mismo nivel y sin embargo, por seguir distinto método, difieran entre sí. Solamente cuando se llega a la cumbre puede haber perfecto entendimiento, pues cumbre solo hay una y en ella todos los caminos se juntan.

Los distintos métodos, religiones o caminos han establecido distintos niveles de consciencia en cada uno de ellos, así por ejemplo en el Budismo se considera que son cuarenta y dos estados de conciencia, los que progresivamente hay que alcanzar para llegar a la cumbre. Qué duda cabe que una persona normal, que no practica especialmente la meditación diaria ni es esta la ocupación prioritaria de su vida, le será muy difícil que pueda llegar a esa cumbre de realización espiritual, que le permita ser el que Es definitivamente y liberarse así del sufrimiento que entraña la existencia del ”mundanal ruido”. Además, aún aquellos que hemos hecho de la meditación el eje de nuestra vida, aunque podamos mejorar mucho nuestra capacidad de concentración y relajación, esto no quiere decir que, en general, se haya llegado a ese estado final, por el hecho de hacer de la meditación el centro de su vida, puede, desde luego, como decía anteriormente, que mejoren su concentración o su capacidad de relajarse, o incluso de observación o contemplación, pero la meditación genuina no depende solo de la práctica, pues aunque esta sea necesaria no es suficiente para ser alcanzada por ningún ego. Con mucha y constante práctica se puede llegar a un estado de gran concentración en el objeto de meditación, que puede ser incluso el Vacío, y en otro momento de la práctica, nuestra mente puede llegar a estar abierta a “todo”sin apegarse a nada, o sea al pleno estado contemplativo. Pero la meditación auténtica a qué me refiero, solo puede existir cuando se trascienden ambos estados de conciencia. Lo que queda después no es la “nada”, pues esta sigue siendo un concepto del ego, por lo tanto es indescriptible, e imposible de alcanzar por uno mismo ese estado de meditación, por mucho que esto se intente. Por eso siempre digo: “Intentemos meditar” y no: “vamos a meditar”.

Si esto es imposible, ¿Por qué algunos seguimos intentándolo?...

En el Budismo no existe la virtud de la esperanza como en el cristianismo, ni se recomienda tenerla. Por el contrario se suele decir: “Sin miedo ni esperanza alguna”, sobre todo en la práctica de las artes marciales internas, como las que se realizaban en el célebre monasterio de Shaolin, cuna del Zen. Es el llamado “Camino del guerrero...” que paradójicamente puede ser un camino altamente espiritual. Aunque en Occidente hubo también monjes guerreros, como los templarios, estos luchaban con una esperanza en Dios, por lo que no es lo mismo. Una vez terminadas las causas que llevaban a los hombres a enfrentarse cuerpo a cuerpo y con la invención de la pólvora, el camino del guerrero subsiste como guerrero espiritual, que lucha por vencer a su propio ego y no contra otras personas, por las que en general siente compasión.

Pues bien, ¿qué camino espiritual más directo y absoluto puede haber que enfrentarse a sí mismo, o sea a su ego, en una lucha sin cuartel, sabiendo que solo puede haber un seguro perdedor que es el mismo?... y aún así seguimos intentando meditar..¡En el Budismo-Zen sobran más explicaciones!

De todas formas, como no somos orientales y mucho menos monjes guerreros, siempre podemos acogernos a las palabras de Jesucristo: “Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios todo es posible” (San Mateo, capítulo 19, versículo 26).

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