Dormir cerca de una ventana mejora mucho el tratamiento hospitalario

Una mujer joven, sentada sobre la cama de su habitación de hospital al lado de una ventana.
photo_camera Una mujer joven, sentada sobre la cama de su habitación de hospital al lado de una ventana.
Factores ambientales desempeñan un papel importante en el sueño del paciente

Los pacientes de hospital que duermen cerca de las ventanas duermen mejor que los que se encuentran en otras partes de una sala, según un nuevo estudio de la Universidad de Surrey (Reino Unido) y la Universidad de Padua (Italia), que se basa en los niveles de ruido fuera de la habitación y la exposición a la luz natural.

Durante este estudio único, los investigadores observaron el impacto que tiene la hospitalización en el ritmo circadiano de un paciente. Los ritmos circadianos son cambios fisiológicos que siguen un ciclo de 24 horas y están sincronizados por señales ambientales, como los ciclos de luz y oscuridad. También afecta negativamente la fluctuación de los niveles de ruido a la calidad del sueño de los pacientes.

“La hospitalización debilita el ritmo circadiano y el ciclo de sueño-vigilia. Esto puede deberse a una enfermedad o a estar en un ambiente inusual y ruidoso con regímenes de luz, alimentación y actividad desordenados. Como resultado, los pacientes tienden a experimentar una mala noche de sueño, con múltiples despertares nocturnos y somnolencia diurna mientras están en el hospital. Esta alteración del sueño puede afectar su pronóstico y el tiempo de estancia hospitalaria”, señala Sara Montagnese, profesora de cronobiología de la Universidad de Surrey.

Para investigar si la ritmicidad circadiana podría mejorar, se reclutó a 50 pacientes hospitalizados y se les realizó una evaluación completa del sueño y la vigilia. También se les pidió que completaran un diario de sueño y usaran un monitor de actividad durante su hospitalización. Se registraron factores ambientales como el tipo de habitación, la posición de la cama, la luz y el ruido.

Posteriormente, los pacientes fueron asignados aleatoriamente a dos grupos: el grupo de intervención, conocido como “atención circadiana”, y el grupo de control, denominado “atención estándar”. A los miembros del grupo de “atención circadiana” se les pidió que usaran gafas ligeras que proporcionaran luz matutina enriquecida con longitud de onda corta inmediatamente después de despertarse durante 45 minutos.

Después se les pidió que usaran pantallas con filtros de luz de longitud de onda corta desde las 18.00 hasta el inicio del sueño. Finalmente, se les proporcionó alimentación y actividad/fisioterapia en horarios lo más cercanos posible a los que estaban acostumbrados en casa. Los investigadores descubrieron que los pacientes del grupo “atención circadiana” tendían a acostarse más temprano y dormían mejor que al comienzo de su hospitalización.

Se descubrió que los factores ambientales desempeñan un papel importante en el sueño de los pacientes. Los pacientes que dormían cerca de la ventana tuvieron una eficiencia del sueño (porcentaje de tiempo pasado dormido mientras estaban en cama) significativamente mayor durante su hospitalización en comparación con aquellos que dormían más lejos de la ventana, lo que enfatiza la importancia de la cantidad de luz natural. Las fluctuaciones de ruido en la sala también se asociaron con un aumento de los despertares nocturnos.

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