Vida Sana

Alimentación en el párkinson

Las texturas en crema o purés facilitan la masticación.
photo_camera Las texturas en crema o purés facilitan la masticación.

El párkison es una enfermedad degenerativa muy limitante, que afecta la calidad de vida de las personas. Su frecuencia en Europa es elevada, siendo diagnosticada una de cada diez personas antes de los 50 años de edad. La manifestación del déficit neuronal avanza con la aparición de síntomas tanto motores (temblores, rigidez) como no motores (trastornos digestivos, cognitivos, psíquicos,..) que dificultan diferentes actos de la vida cotidiana como la alimentación.

El movimiento involuntario de los músculos invalida no sólo para llevar el alimento a la boca, sino también para apreciar su aroma, su gusto, para poder masticarlo y finalmente para poder  tragarlo. En este sentido, la dieta de las personas con párkinson, que debe mantenerse cercana a las pautas de alimentación recomendada para la población en general, necesita adaptaciones para alcanzar las exigencias nutricionales que conlleva el avance de la enfermedad. Los objetivos dietéticos se logran ofreciendo una alimentación variada, adaptando alimentos y tomas del día a día. 

Indicaciones dietéticas y recursos para mejorar la alimentación de las personas con Parkinson:  
• Brindar alimentos ricos en proteína como carnes magras, pescados, huevos y legumbres, que aporten la base proteica y mineral de los mecanismos de defensa.
• Incorporar al menú, alimentos con fibra. Hortalizas, frutas y cereales de grano entero,  ayudan en la función digestiva y evitan el estreñimiento propenso en esta enfermedad. 
• Incluir pescado azul (sin espinas, preferiblemente cocidos o acompañados de salsas tipo bechamel), aceite de oliva, crema de nueces y yogures. Los alimentos y bebidas ricas en calcio, vitamina D, y grasas saludables mantienen los huesos fuertes, protegen de la osteoporosis y fortalecen el sistema inmune. 
• Repartir las comidas en raciones pequeñas. Esta pauta facilita el acceso y la manipulación del alimento para llevarlo a la boca. Un nutricionista experto puede ayudar a organizar un plan de menú adaptado.  
• Modificar las texturas de los alimentos añadiendo aceites, vinagretas suaves, gelatinas, leche, margarinas, caldos o zumos a las preparaciones sólidas y así conseguir texturas más suaves que faciliten la masticación.
• Ofrecer las legumbres bien cocidas, en forma de cremas o purés.
• Verduras y hortalizas cocidas: espinaca, acelga, coliflor, brécol, coles de Bruselas, champiñón, seta. Tomate: crudo entero (sin piel y con el grado de madurez que le proporcione consistencia blanda) o triturado y tamizado. Patata: cocida, frita (no crujiente), aplastada. Preparados en forma de cremas y purés.
• Consistencias y preparaciones siempre y cuando estén tiernas jugosas y preferiblemente acompañadas de salsas (espesas y homogéneas): Carne picada, hamburguesas, patés, albóndigas, salchichas de textura homogénea, pastel de carne/pescado, jamón cocido (jamón York), lacón, fiambre de pavo, etc.
• Evitar alimentos con riesgo de aspiración (semillas, pieles, espinas, etc.) 
 • Alternar bocados de alimentos sólidos con sorbos de líquidos espesados.  
• Mantener el aporte de proteínas 0,8 g/Kg/día. En casos de desnutrición debe valorarse la suplementación proteica (oral o enteral). 
• Adoptar una postura lo más correcta posible al comer. 
• Usar cubiertos curvados y forrados con materiales ligeros.
Envíe sus dudas a: 
[email protected]

Te puede interesar