¿Por qué tan pocas mujeres llegan a ocupar puestos de alta dirección?

“Las mujeres debemos aprender a hacer más redes”

¿Cómo influye la alta dirección en la vida familiar de la mujer? ¿Cómo son las directivas? Todo esto se pregunta Alicia Kaufmann en su último trabajo ‘Alta dirección’, el análisis de un estudio realizado para el Centro de Investigaciones Sociológicas en el que apunta algunas respuestas.
Alicia E. Kaufmann es catedrática de Sociología de las Organizaciones en la Universidad de Alcalá de Henares. Entre su producción figuran 18 libros y 75 artículos técnicos. Participa en congresos y grupos de investigación universitarios internacionales, es miembro de la junta directiva de AECOP (Asociación Española de Coaching y Consultoría de Procesos) y directora de su unidad de género. Esta misma semana ha presentado su último trabajo, el libro titulado ‘Alta dirección’ (editorial LID) en el que aparecen muchos interrogantes. ¿Por qué tan pocas mujeres llegan a ocupar puestos de alta dirección? ¿Cómo influye la alta dirección en la vida familiar de la mujer? ¿Qué características reúnen las mujeres directivas? El libro es el análisis de un estudio realizado para el Centro de Investigaciones Sociológicas y en él, a través de un sistema de encuesta, indaga en lo más profundo del pensamiento femenino y masculino.


—¿Por qué tan pocas mujeres todavía en puestos de alta dirección?

—Esa es una de las preguntas. Pero yo trato de explorar un poco más allá de lo aparente en el estudio. No sólo las cosas obvias de porque las mujeres no quieren. Voy un poco más atrás, que es analizar los condicionantes familiares y los mandatos del padre y la madre al hijo o a la hija. Ahí aparecen muchas cosas importantes, como que la mujer tiene que trabajar mucho y ser muy constante. Otra de las cosas que pregunté es sobre esa idea de que la mujer gana un 25% menos y cuando pregunto sobre lo que han escuchado acerca de la importancia del dinero, tanto el padre como la madre le dicen a la hija y al hijo que el dinero es importante para ganar autonomía, pero si avanzas hay diferencias porque la madre dice además que el dinero en el fondo no tiene importancia. Esto es algo generalizado en Europa, porque está mal hablar de dinero, pero a la hora de negociar tu salario si no pides no te dan. El hombre está más orientado, por su rol en la sociedad, a pedir dinero. La mujer con que la aprueben y la acepten ha sido hasta el momento suficiente. En la investigación se detecta que la mujer tiene que mejorar ciertos puntos para seguir avanzando. Sobre todo porque el hombre ha visto hasta ahora a la mujer en la empresa como admiradora. Pero ahora pasa a ser competidora y eso se vive mal. En la práctica, y respondiendo a la pregunta, hay factores externos, como la ley, que favorece a la mujer; factores organizacionales, que evidentemente se resisten a los cambios, y de la propia mujer, que es importante que ella conozca para poder transformarlos y que aparecen en este estudio. Por ejemplo a la pregunta de si se prefiere un jefe hombre o mujer ambos sexos contestan un jefe hombre por igual.


—¿Por qué las mujeres no quieren trabajar con mujeres?

—Yo me pregunto sobre la competitividad y la rivalidad entre las mujeres. ¿Dónde surgen esos sentimientos? A partir del vínculo con los hermanos. Al hombre se le incentiva para competir y a la mujer para ser buena y aplicada. Hay como una rivalidad sofocada porque en el fondo hombres y mujeres estamos preparados para competir.


—Estamos en un momento de cambio, pero ¿estamos las mujeres repitiendo esos roles tradicionales en la educación?

—Hay muchas cosas que se repiten. Hay algo que aparece en este estudio que es diferente y es que las mujeres de generaciones más jóvenes ya educan a los hijos en cuestiones emocionales. Hay una diferencia de un 23%, antes ni el padre ni la madre le hablaban de la cuestión emocional al hijo y a la hija se le decía que tiene que cuidar de los demás, ser honesta y constante. Pero hay un pequeño cambio porque al hombre también se le educa ahora para hacerse cargo de los hijos, sobre todo porque no hay muchas opciones y si quieres salir adelante hay que negociar en la pareja quién va a estar más horas fuera o quién va a asumir un cargo directivo. Sí se ve un deseo por parte de los hombres de participar más activamente en la educación de los hijos. Luego, desde los años 80 se está investigando bastante sobre las identidades masculinas porque con la crisis la identidad de los hombres está muy frágil y cuanto más bajo es el nivel social más frágil porque antes pierden el empleo. Tiene que cambiar mucho más, pues sí. Sintetizando, la mujer tiene que recuperar y reconectar con su parte femenina, porque para tener éxito no tiene que ser como un hombre aunque tenga que trabajar en organizaciones diseñadas por hombres, pero ser ella misma, no perder su feminidad ni renunciar a su maternidad si lo desea. Porque hay muchas mujeres de mediana edad que piensan que han perdido la oportunidad. El reto para el hombre es conectar con lo emocional.


—¿Somos las mujeres responsables de esa imagen de mujer ambiciosa ante una líder?

—Creo que hay una cuestión de rivalidades malsanas. Sí que debemos aprender a hacer más redes en lugar de estar tan solitarias. La mujer hace menos red por su estado civil o de convivencia. En el estudio se ve el nivel de tiempo de ocio y de establecer relaciones y la mujer joven sin responsabilidades familiares socializa tanto como el hombre. Hay otro libro que he escrito que es el tema de la rivalidad entre las mujeres. Es un tema a trabajar, nuestra asignatura pendiente. Creo que hay bastante responsabilidad.


—Muchos dicen que las mujeres renuncian y lo que dice en el libro es que concedemos más importancia al equilibrio entre la vida familiar y laboral.

—Las mujeres a veces renuncian y a veces desplazan. Por ejemplo en este momento hay un desplazamiento de la edad de tener el primer hijo de diez años, si antes era a los 25 ahora es a los 35. En este estudio hay un dato muy curioso, cuando preguntas si considera que ha llegado al equilibrio, el hombre cree que sí en casi un 70%, pero la mujer dice estoy agotada en un 70%. Porque está a la multitarea, querer estar a todo al cien por cien no se puede y hay que aprender a delegar, a veces está el problema de que no tienes en quien. Hoy el atractivo no es el dinero, ni la belleza sino la erótica de la mopa, eso no tiene precio, la alternancia en los roles y tareas. En este estudio no quiero quedarme en la superficie sino ir a lo más profundo. Cómo se han creado tus ideas, cómo es la educación que has tenido, los modelos y saber lo que quieres.


—Romper con los roles tradicionales es muy difícil.

—No creo que sea difícil afrontar los estereotipos, sino que hay que tener conciencia de ciertas cosas que nos autolimitan. Por ejemplo no negociar la valía de nuestro trabajo o saber que no puedes estar a todas. Hay que aprender y salvar barreras, pero nosotras tenemos una gran virtud que es la perseverancia.


—De cualquier forma, la dirección de mujeres se está convirtiendo en un valor al alza en las empresas.

—Cada vez se lo preguntan más. En este estudio pregunto qué es lo que le gusta más al hombre y a la mujer en su trabajo. Para ellas lo más importante es poder desarrollar su creatividad y tener autonomía, divertirse trabajando. Para el hombre es tener poder y una buena retribución.

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