Joan Rodríguez: “Si una silla de ruedas entra en una sala de fitness asusta"

Joan Rodríguez visitó la redacción de Atlántico para contar sus planes.
photo_camera Joan Rodríguez visitó la redacción de Atlántico para contar sus planes.
“No existe una formación específica ni en la carrera de INEF y por eso surge este proyecto", explica el CEO del Centro Fit, profesor del Máster de ejercicio para personas con discapacidad

Joan Rodríguez (Barcelona, 1970) se siente un vigués más tras más de dos décadas por estos lares. Lo trajo el Celta con sus oropeles para ejercer de fisioterapeuta pero tras ese periodo se ha sabido enraizar en el mundo del deporte de Vigo y su área a través de su trabajo en otros clubes y del centro Fit en Coruxo. Allí, gestiona la preparación física de personas con y sin discapacidad, en el caso de las primeras de la mano de la Fundación Isidre Esteve. Y ahora tiene un nuevo objetivo: impartir un máster (fitinclusive.online para informarse) dirigido a formar a los profesionales en el trabajo con personas con discapacidad. 

 

 

¿Cuál es el objetivo que persiguen en la Fundación Isidre Esteve?

Lo que hemos hecho siempre es ejercicio, deporte, entrenar personas. Sabemos de los beneficios que tiene para todo el mundo y la idea es tratar de que, a través del ejercicio físico, mejoren su calidad de vida. Cada uno con su nivel.

Y ya va para 12 años.

Sí, allí en Coruxo decidimos empezar. Poco a poco. Y ya ha pasado mucha gente por allí, de todo nivel, tipo y condición.

Al frente, un profesional como usted con paso por equipos como Celta, Coruxo... Todas partes de un mismo camino.

El Celta fue, de hecho, el motivo de venir a Vigo. Ya son 20 años en la ciudad. Empecé en A Madroa pero en esto del fútbol ya se sabe que las cosas van bien durante un tiempo y después se cambia a todo el mundo. Seguí con Coruxo, Vigo Stick… Un montón de cosas. Pero nos ubicamos en Coruxo, donde creamos el centro.

¿Cómo es la actividad diaria del centro?

Funciona con entrenamientos muy personalizados. La gente no viene por libre y hace lo que quiere. Tenemos perfiles muy distintos: gente que simplemente quiere estar en forma, muchas rehabilitaciones por nuestro conocimiento, deportistas de alto rendimiento de diferentes deportes y la parte de la Fundación, en la que tenemos muchas personas con discapacidad. Hay una mezcla que es bastante bonita.

Supongo que los deportistas de primer nivel son un poco un espejo para el resto.

Nuestro objetivo no es que la gente compita, sino que mejore su calidad de vida. Pero muchos de nosotros llevamos el gen de la competición. Entonces, tener esas referencias es muy bueno. Y si deciden competir, los animamos, ayudamos, los dirigimos hacia clubes…

¿Cómo Isidre Esteve se fijó en este centro para su fundación?

Nos conocíamos de antes de su accidente. Ya colaborábamos en diferentes aspectos y una vez que él quedó parapléjico, se crea el primer proyecto de centros puente, que uno está aquí y otro en Barcelona. El de aquí es un poco diferente, porque el de Barcelona sólo es para personas con discapacidad pero aquí está todo mezclado. Y lo que al principio pensábamos que sería muy bueno psicológicamente para alguien con discapacidad poder entrenar junto a alguien que no la tiene, nos dimos cuenta de que era mucho mejor al revés. Tú llegas con que te duele la rodilla y te das cuenta de que igual es una tontería. Vimos que psicológicamente era bueno para todo el mundo.

¿Cómo se forma profesionalmente para tratar a personas con discapacidad?

Siempre nos hemos dedicado al entrenamiento y, a raíz del accidente de Isidre, fue cuando empezamos a buscar información, a investigar. No deja de ser adaptar ciertas cosas que ya sabes a sus características. Por la lesión de Isidre, primero nos centramos más en una lesión medular pero empieza a aparecer gente con ictus, esclerosis múltiple, amputados… Y tienes que ir formándote de todo. Tratar de simplificar al máximo y dar los servicios que necesita cada persona.

Porque no existen muchos sitios donde practicar deporte siendo una persona con discapacidad.

No. Lo que intentamos es que ellos sean autónomos, que nuestro centro sea un sitio de paso. Por eso lo llamamos centro puente. Puente hacia un día a día normalizado. Pero si nosotros les enseñamos cómo tienen que trabajar, cuáles son los mejores ejercios, los ponemos en forma y después van a un gimnasio convencional en el que los profesionales no están capacitados para ellos, viene un problema.

Viendo esta realidad, ¿ya trabajan en la formación de esos monitores?

Nos surgen proyectos sobre la marcha en función de qué nos vamos encontrando. Vimos este problema. No hay una formación ni en la carrera de INEF, que es lo que hemos estudiado, específica para esto. Entonces, decidimos hacer una formación. Ya llevamos años dándola pero ahora le hemos dado un formato más nuevo, más actualizado, mucho más asequible para todo el mundo. Empezaremos en abril y se puede hacer en Vigo o en Barcelona. Consideramos que es muy importante la presencialidad porque tenemos la ventaja de disponer de personas con discapacidad a modo de modelos para comprobar los ejercicios. Los estudiantes pueden comprobar in situ todo lo que estamos tratando.

¿A quién va dirigido?

A estudiantes que quieran y sobre todo a personas que ya están trabajando y tienen unos conocimientos. Entrenadores personales, fisioterapeutas… Todo el que trabaje con ejercicio. Porque actualmente lo que sucede es que cuando alguien en silla de ruedas entra en una sala de fitness asusta.

¿Considera que hay demanda?

Lo acabamos de lanzar hace muy poco y ya se ha inscrito gente a todo el máster, porque también lo puedes hacer por módulos. Hasta gente de Madrid que se desplaza.

Habla de módulos, ¿se puede completar por partes el curso?

Lo hemos hecho de tal manera que son cinco módulos distintos: uno más general, otro relacionado con el sistema cardiovascular, otro de fuerza, otro de control postural y otro de estabilidad. Lo ideal sería hacerlo todo, pero si te interesa sólo uno se puede hacer por separado. O hacer uno o dos por año. Está bastante bien de precio.

¿Cuánto tiempo hay que dedicarle?

Cada módulo es de cinco horas y lo importimos en sábados. Por la mañana, uno, y por la tarde, el siguiente. Un par de meses después se hacen otros dos y, tras otro periodo, el cinco y se reengancha con el uno. Es cíclico y no tiene un orden definido, es decir, no hay por qué empezar por el uno.

¿Quién lo imparte?

Los profesores principales somos Sara Alonso, que también es licenciada en educación física, es osteópata y lleva muchos años trabajando en este sector, y yo.

Y aún saca tiempo para competir. ¿Defenderá su título de campeón del mundo de kettlebel?

Las pesas rusas, que están muy de moda y hay competición, aunque parezca mentira. Hay pruebas de 10 y de 30 minutos y consiste en hacer el máximo número de levantamientos posible. Siempre intentamos mejorar y ahora en menos de un mes tenemos el Campeonato de España y en tres o cuatro, el del Mundo en Dinamarca. Lo utilizamos también como una de las excusas en nuestra labor con la Fundación. Hemos ayudado a hacer el reglamento a la Federación Española, que nos ha dado todas las facilidades, y ahora ya pueden participar personas con discapacidad. Ya han competido compañeros nuestros. Queremos abrir puertas. Hace dos años, en el Mundial, sólo estaba nuestro compañero y el pasado ya había seis.

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