Loreto Pérez Román (Vigo, 7 de abril de 1976) fue designada mejor jueza de 2023 por el Comité Nacional de Jueces de a Federación Española de Atletismo. Un reconocimiento notable para una árbitra que se encuentra en la categoría Gold, la de máximo nivel internacional.
¿Cómo se llega a árbitro de atletismo? Porque de niño, nadie quiere ser árbitro.
La historia es larga y, de hecho, yo ya comencé de niña. A la primera competición que fui a juzgar, todavía no había cumplido los trece años. Mi familia está muy ligada al atletismo, ya que mi madre es entrenadora (Oliva Román), mi padre (Joaquín Pérez), aunque no ejerce, es monitor de atletismo y ha estado en la directiva de varios clubes y mi madrina, de ahí viene, era juez de atletismo. Por eso, desde pequeña, estaba en la pista con mi hermano. Corriendo y haciendo de todo por allí. Hubo una época en la que había pocos jueces y mi madrina nos animó a los dos. Es algo que te engancha y es otra forma de estar ligada al atletismo. Lo he vivido desde pequeña.
¿Llegó a ser atleta?
Mi madre es entrenadora e iba a entrenar con el grupo. Pero de pequeña es más un juego que un entrenamiento. En aquellos años, si tenías licencia como juez de atletismo, no podías tenerla como atleta. Al cumplir los 16 años, tenía que elegir entre sacar la licencia de juez territorial y de atleta. Y, la verdad, como de atleta no soy muy buena… Seguí como juez. Y también es gratificante, tengo muchos amigos que hacen atletismo y, cuando ves que hacen una buena marca, tienen esa satisfacción. Pero, como juez, también es una satisfacción poder observar sus logros y alegrías.
¿Cómo se ascienden categorías como árbitros?
Ahora mismo en España, aunque haya algunos cambios de nombre en las categorías, hay que empezar por el nivel autonómico, que es el básico y se obtiene a través de un examen escrito. También está el nivel 1, que se llega a él por un examen escrito y, a continuación, llega el nivel 2, pero tienes que estar tres años en el anterior antes de alcanzarlo. Este es de nivel nacional y puedes ir a competiciones más importantes y para el siguiente, el nivel 3, debes permanecer cuatro años. Es el más alto de España y, además de una parte teórica, tienes una parte práctica en la que hay que ir a una competición como juez árbitro y, después, presentar un informe con tu trabajo. Para pasar al nivel internacional, tienes la fase de nivel de área (Silver), que es ser árbitro internacional en Europa. Hay examen teórico con supuesto y otra parte con cuestiones orales. Son cuatro años y, para alcanzar el nivel Gold, solo hay unas plazas limitadas. Cuando me presenté yo, sólo podían alcanzar esta categoría siete europeos.
Haciendo cuentas, son unos 15 o 20 años para alcanzar la máxima categoría.
En mi caso, empecé de auxiliar o aspirante en 1989, mi primera licencia fue en el 92 y en 2013 fue cuando entré en los paneles internacionales. Son años. Y los exámenes a nivel internacional son en inglés. Y es algo que hace falta porque, si vas designada a una competición, te tienes que manejar en inglés. En mi caso, tengo la ventaja de que estudié filología inglesa. Y me dio esa cierta ventaja de estar en contacto con el idioma, pero hay que aprenderlo.
Es juez internacional. ¿Es amateur?
Sí, esta dedicación es amateur. Tenemos unos honorarios por actuación. Yo animo a toda la gente a hacerse juez de atletismo, pero que no lo hagan por dinero porque no vivimos de esto. Y, a nivel internacional, nos pagan unas dietas, pero no es una remuneración como trabajo. Son dietas para cubrir gastos. No es algo que permita vivir de eso.
Y tiene que llevar una vida laboral (profesora) que le permita dedicar tiempo al atletismo.
La verdad es que sí. Dedicas tiempo a la formación porque hay que estar al día en el reglamento. Siempre hay cambios porque te adaptas a las nuevas tecnologías y porque siempre surgen cosas en la competición que obligan al reglamento a adaptarse a ellas para darles respuesta. La realidad siempre supera a la ficción y, en las competiciones, aparecen situaciones nuevas que no se han dado nunca antes y que, por lo tanto, no estaban cubiertas en la reglamentación. A partir de ahí, hay que adaptar las reglas a esas nuevas situaciones que pueden surgir. Se creó una figura nueva del juez de vídeo, que la gente suele asociarlo al fútbol, pero que tiene una labor diferente. Todas estas innovaciones hay que introducirlas y siempre hay que ir estudiando.
Cuando comenzó, en 1992, era arbitrar a ojo.
No teníamos casi nada. Y aquí, en las competiciones a nivel local, tenemos el equipo de photo-finish y poco más. En ocasiones, viene la medición indirecta cuando es una prueba de más nivel, pero poco más.
¿Qué resulta más sencillo, un Mundial con todos sus medios, o unas Series Municipales?
Es diferente. A nivel internacional, cuentas con mucho apoyo tecnológico, que se agradece. A nivel local, se puede considerar más trabajo para nosotros, pero al final aplicas el mismo reglamento. Las normas son iguales para unos que para otros y lo que diferencia las cosas son los medios con los que se cuenta. Aquí, si hay una decisión dudosa y no puedes ir a comprobarla en vídeo, siempre vas a dar el beneficio de la duda al atleta. A nivel internacional, vas a ver el vídeo y sales de la duda. Más allá de eso, no hay gran diferencia, salvo la parafernalia que rodea toda la competición. A nivel mundial, se intenta hacer el atletismo más atractivo al público e igual aquí tenemos que pensar en ir por ese camino también. Venimos de hacer las Series Municipales de atletismo y es una pena ver la poca gente que había en la grada.
Un Mundial o un Europeo tiene el componente de pensar: no va a pasar nada, que nos está viendo todo el mundo.
Reconozco que eso te puede suceder al principio. En mi primera prueba fuera, sí que lo tenía más presente. Pero, una vez que estás dentro, que estás juzgando y que estás haciendo lo que te gusta, ya te olvidas de todo, de las cámaras y el público. Estás tranquilo porque estás haciendo tu trabajo y puede haber errores, porque fallos tenemos todos. Si llega un error, te fastidia, pero te fastidia un error en una prueba de alto nivel y también en una de nivel local. No es comparable un récord de mundo con una marca personal, pero para el atleta, es su marca. Igual por la cultura que tuve desde pequeña de deporte, pero para mí es tan importante garantizar la marca de un atleta local como la de un atleta de alto nivel.
¿Tiene ilusión por acudir a ciertas competiciones?
Es una satisfacción que te llamen para ir a un Mundial, por supuesto. Y si un día puedo ir a unos Juegos, genial. Todos los que vivimos en el deporte, disfrutas de ambiente de alto nivel. No sé si podré ir a unos Juegos. Hasta ahora, ya pude ir al Mundial, tanto en pista cubierta como al aire libre.
¿Sigue practicando atletismo?
No sé si se puede considerar entrenar, yo voy a correr y disfruto corriendo. Hago alguna media maratón y también alguna maratón. Tengo la suerte de tener un grupo de entrenamiento en el que todos son muy majos y eso ayuda. Sí es cierto que para hacer un maratón hay que entrenarlo.
¿Cómo es el trato con el atleta?
Por lo general y, en especial, en el alto nivel, ellos saben que estás allí haciendo tu trabajo y que no quieres perjudicarlos. Por eso, suelen ser amables y respetuosos. Es cierto que, a veces, por la propia tensión del momento, algún atleta se puso borde, pero es muy aislado. Y, cuando sucede, la mayor parte de las veces se disculpan al terminar la competición. En general, el trato es bueno porque son conscientes de que estamos allí como una ayuda, para garantizar que la competición sea justa.