Judith Rodríguez, tiradora viguesa de esgrima adaptada

"Ir a los Juegos es difícil, pero posible; sería algo increíble”

Judith Rodríguez acudio a Atlántico para describir sus planes de futuro.
photo_camera Judith Rodríguez acudio a Atlántico para describir sus planes de futuro.

Judith Rodríguez (Vigo, 11 de septiembre de 1995) comienza en Hungría la próxima semana la clasificación para los Juegos Paralímpicos de 2024. Tras sufrir en accidente de coche en 2018, sufrió una amputación en la pierna derecha y fue sometida a múltiples operaciones. “En la esgrima a pie ya era mi sueño ir a unos Juegos, ahora espero poder estar en silla”, explica. 

 

 

¿Qué competiciones tiene ahora?

Vienen unos meses intensos. Con muchos entrenamientos y competiciones. El 15 de noviembre me voy a Hungría para hacer la primera prueba del ránking paralímpico. Ahí comienza la pelea. En las últimos Copas del Mundo pude ver a las rivales más fuertes para comprobar cómo tiraban y sí que sé que hay una de Hong Kong muy buena, el equipo húngaro que es bueno, las italianas… Normalmente, las medallas están repartidas por varios países.

¿Qué  hay que hacer para ir a París? 

De aquí a los Juegos va a contar el mejor Europeo de los dos que tengo por delante, el Mundial y los mejores resultados de las Copas del Mundo. Tienes que estar entre las dos mejores del ránking paralímpico para París o la número 1 de tu continente. Y, a partir de ahí, se reparten las plazas sobrantes de forma que puedes entrar sin estar justo en esos puestos. Por ejemplo, si se clasifica Hungría para la competición por equipos, todas están clasificadas y se corre la plaza en el ránking individual. Yo no tengo opción a entrar por equipos porque España no tiene selección. Hay que estar entre las seis primeras para poder ir. Es exigente, con pocas plazas.

¿Se ve con nivel suficiente?

Por las últimas Copas del Mundo que hice, vi que podía estar al nivel de las mejores. De las de arriba. Hay pocas opciones porque van pocas, pero es un sueño que se puede conseguir.

Su día a día ya es centrado en la esgrima. 

Siempre lo fue y, en la actualidad, al 100%. Mis días son entrenamiento, rehabilitación, hablar con el psicólogo deportivo y visionado de vídeos. Siempre con la mente puesta en la siguiente competición. Para entrenar, voy a la sala de lunes a viernes, hago el entrenamiento físico, después doy clase con el maestro y, para terminar, tiro con la entrenadora o con los que están allí. Como soy la única esgrimista con silla en El Olivo, los que tiran de pie, se ponen en la otra silla y practican conmigo. Además, este mes está aquí la selección de Colombia de esgrima paralímpica y me está viniendo muy bien. Son deportistas fuertes, que se mueven mucho y, para prepararme, está genial.

De las primeras veces que compitió en silla, ¿cómo se siente ahora?

Al principio se me hacía raro la silla, hasta movía la pierna y todo. En la actualidad, la verdad es que me encanta. La silla ya es parte de mí y estoy muy contenta de haber tomado la decisión de seguir. 

Entrenando con sus compañeros de club, ¿se hacen piques?

Sí, sí. Quieren tirar conmigo y, además, a ellos les viene bien porque estar en la silla los obliga a practicar mucho la técnica de mano. Siempre hay alguien que quiere tirar. Al final, la esgrima en silla es algo nuevo, que tuvimos que aprender todos en el club: yo, el maestro y los compañeros. Pero creo que nos adaptamos bien. Aprendimos desde cero porque hay cosas, como la técnica de mano, que es similar, pero hay muchos aspectos diferentes. Las distancias son distintas y los movimientos, también. Mi entrenadora, Xiana Pérez, viene conmigo a muchas competiciones internacionales y allí ve, analiza y observa las clases de otros maestros. Tenemos que aprender de otros.

¿Viaja con la selección española?

A las últimas fui por mi cuenta, pero a las siguientes sí que iré con la selección. Es necesario porque son viajes muy caros, de varios días, en los que tienes que ir al hotel de la competición y trasladar el material de esgrima, que es un precio muy elevado. En los últimos viajes, casi pensaba más en cómo pagar las cosas que en la competición que tenía por delante. A esto se añade la incomodidad porque hay que cargar con todo. Por suerte, ahora tengo un patrocinador (Ricardo Ramilo) que me ayuda bastante.

¿Cómo llegó esa ayuda?

Fue algo curioso porque compartimos físio: Jesús Santomé. Llevamos años yendo los dos, pero a distinta hora. Sabíamos uno del otro, pero nunca coincidíamos hasta que un día nos presentaron allí en la clínica. A partir de ahí, fue cuando él me dijo que me iba a ayudar. Estoy muy contenta. Para acceder a las becas ADO tienes que estar entre las primeras del ránking mundial y yo, como acabo de empezar, todavía no puedo porque todas las esgrimistas tienen los puntos de Tokio. Hasta que reiniciemos no puedo subir posiciones.

Usted tuvo el accidente en 2018 y, a parte de la amputación en la pierna, tuvo bastantes operaciones en el brazo. 

Todavía sigo en rehabilitación. Me lo operaron varias veces porque me dijeron que me lo podían dejar bien para una vida, más o menos, normal. Pero, para hacer esgrima, necesitaba más intervenciones. Durante bastante tiempo no sabía si iba a poder tirar con el brazo derecho en condiciones y hubo una época que lo intenté con el izquierdo, pero no se me daba bien. Tuve muchas fracturas y, para volver a la esgrima, sí que me fueron haciendo más intervenciones para poder coger el arma. La mejoría se notó mucho, aunque todavía no estoy al 100%.

Al empezar, paró varias veces. 

Tras la primera competición en España, ya me volví a operar a los dos meses. A continuación, regresé y tuve que estar parada por un problema de hombro porque no encontraba la dolencia. Después llegó otra operación y, de nuevo, una recuperación larga. De los más de tres años que llevo, año y algo creo que estuve parada. Por eso, creo que todavía me queda mejora y adquirir experiencia. En el panorama internacional, soy de las más jóvenes y de las que lleva menos tiempo. Eso sí, sí que tengo esa experiencia previa de la esgrima de pie.

 ¿Sabe el número de operaciones que lleva? 

Ya perdí la cuenta. Son muchas. Empezaba y tenía que volver a parar. Pero, después de este año y las medallas que pude conseguir, creo que me mereció la pena intentarlo. Los dolores, los días de rehabilitación y los sacrificios. No me importaría volver a vivirlos si sé que voy a tener la recompensa que me llega ahora.

En la actualidad, compite con las tres armas.

Sí, con el maestro (Manuel) Mariño siempre nos centramos en el florete. De vez en cuando, hacía alguna competición de espada y no se me daba mal, pero sí que me gustaba más el florete. En silla sí que hago, normalmente, dos o tres. En España hago las tres, pero estoy más centrada en florete y espada. También hago sable de vez en cuando, pero es por diversión. Algunas veces pienso que puedo estar mejor en una que en otra, pero no lo sé. Entreno más en florete, pero porque el equipo es más floretista. Pero, en espada, tengo ahí el tiempo de salida, que se me da bien. Estoy encantada en las dos y, si puede ser las tres, también.

¿Tardó en encontrarse cómoda en la esgrima en silla?

Al principio no quería ir. Pensaba que si no podía hacer la esgrima de antes, que no. Que no la hacía. No sé el motivo, pero supongo que es por el shock. Llegó un punto en el que asimilas lo que te pasa y que me di cuenta de que sí podía hacer esgrima. Tenía la posibilidad de la esgrima en silla y, ¿por qué no probar? Un día me animé a ir a la sala, que fue algo que me costó porque después del accidente, no me apetecía y el maestro me animó. Y nos pusimos allí a tirar en dos sillas normales. Ni oficiales ni nada. Y sí que me di cuenta de que me gustaba. Tuve un par de operaciones más y, después, ya me llamó el seleccionador español y comenzó todo. Me gustó y me quedé. Y ahora tengo ese sueño de los Juegos. Ya era la ilusión que tenía cuando hacía esgrima a pie y ahora lo vuelvo a pensar. Es difícil, pero se puede hacer. Sería increíble.n

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