El equipo boucense sumó su séptima semana sin ganar (1-2) y los partidos de hoy pueden dejarle al borde de la zona de descenso
Hace semanas que lo masticaba, pero ayer lo tragó. El Rápido de Bouzas está metido de lleno en una lucha por el descenso impensable hace unas semanas, que una derrota (1-2) contra el ya descendido Arzúa terminó de cristalizar. El colista, ya desahuciado, agravó la crisis del conjunto aurinegro, que necesita una reacción para evitar acompañar a Preferente a los arzuanos en las jornadas que quedan.
Y es que, con 18 puntos pendientes de disputarse, el equipo vigués tiene solo tres de margen con el descenso directo. Hoy podrían ser menos aún en función de lo que haga el Paiosaco -equipo que marca el precipicio- en Barreiro y, a partir de ahí, el duelo directo entre Barbadás y Viveiro y la visita del Betanzos a la UD Ourense. Además, están los arrastres desde Segunda Federación, con el Villalbés en puestos de la quema y el Fabril al borde de la misma. Es decir, en el peor de los casos bajarían dos equipos más.
Lo es, sobre todo, porque la dinámica aurinegra no invita a la esperanza pese al punto de mérito de la semana pasada ante el Gran Peña. La crisis institucional ha terminado por pesar a un equipo que acumula un mes y medio sin ganar, un lapso en el que solo ha sumado dos unidades de 21 en juego.
Todo tras un partido de inoperancia ofensiva por parte rapidista. Con una seguridad cada vez mayor, el cuadro arzuano apretó a la vuelta de los vestuarios, se adelantó a los cinco minutos y dobló la ventaja en el 75. El Rápido tan solo pudo recortar distancias en la última acción de partido para perder con más dolor todavía.
