Iago Aspas, sin Copa y al banco

El capitán del Celta saluda ayer a la grada mientras se encamina al banquillo de Vallecas para su segunda suplencia del curso en Liga.
photo_camera El capitán del Celta saluda ayer a la grada mientras se encamina al banquillo de Vallecas para su segunda suplencia del curso en Liga.

Iago Aspas descansó entre semana y sin embargo vivió su segunda suplencia en Liga

Es casi un axioma del fútbol que cuando un futbolista se queda sin jugar un partido de Copa del Rey entre semana, sobre todo en las primeras rondas, significa que su entrenador lo está reservando para la Liga. Que lo está reservando. Esto cobra más sentido todavía cuando se habla del mejor jugador de un equipo. Sin embargo y pese a cumplir con todo este argumentario, Iago Aspas fue suplente ayer en Vallecas, donde no compareció en el terreno de juego hasta el minuto 71 de partido.

Fue la segunda suplencia del morracense este curso. La primera se dio en Las Palmas de Gran Canaria, donde el Celta perdió el partido. Tanto entonces como ayer, Rafa Benítez decidió salir con una doble punta formada por Jorgen Strand Larsen y Tasos Douvikas sacrificando al capitán céltico.

La idea era emparejar a los dos arietes con los dos centrales rayistas para buscar situaciones de dos contra dos en transiciones o juego directo. El problema es que, hasta para jugar a eso, hacen falta futbolistas que lancen la pelota. Sin Aspas y con Mingueza y Bamba muy desdibujados, no hubo posibilidades de que este planteamiento funcionase pese a los intentos de Renato Tapia, que buscó condicionar con balón pese a no ser su punto fuerte. 

En ese sentido, la presencia del fenómeno de Moaña en el equipo es uno de los pocos puntos de luz de este Celta en la zona de aceleración del juego. En la conexión con la última línea. Es la única solución posible ante la falta de talento en ese sector esta temporada, aunque sea a costa de sacrificarle donde es más resolutivo para el equipo, que es dentro del área.

En cualquier caso, la entrada de Aspas al partido fue como el que se sube a un tren en marcha. El choque estaba lanzado y al morracense le costó conectarse. Falló un regate y un pase profundo con los que pudo haber marcado la diferencia. Pero, aún así, fue el único capaz de hilvanar fútbol. Por eso, prescindir de Iago parece un lujo que el Celta no se puede permitir.

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