El Celta cae de penalti en el descuento

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photo_camera El portero céltico, Vicente Guaita, detuvo el primer penalti lanzado por Lewandowski, que hubo de repetirse por no estar pisando el meta la línea de gol.
Igualó en juego a un Barça endeble pero acabó perdiendo en Balaídos con un gol de penalti en el descuento

El Celta recuperó ayer su mal fario con los minutos finales para perder ante un Barcelona que no fue superior merced a un penalti en el descuento que, además, hubo de repetirse tras parar Guaita el primer intento. Una muesca más en una temporada agria. Al menos, el equipo vigués sigue fuera de descenso.

Las conversaciones entre pesimistas pueden tener más enjundia, pero no son resolutivas. Ni audibles para la mayoría. Es decir, no son precisamente un espectáculo de masas, aunque puedan marcar una vida. Celta y Barcelona llegaban con la cabeza gacha, confiando en que la fortuna les echase una mano en un momento de dudas. En tiempos de necesidad, cualquier alegría se toma como un milagro pero se teme la tristeza como preludio del fracaso, que en ocasiones es peor que la muerte.

Los dos equipos mostraron sus respectivas apuestas, que no realidades. El Celta esperaba en campo propio deseando que el contragolpe le diese una razón de ser. El Barcelona se obligaba a tener el balón pese a que casi cualquier tiempo pasado fue mejor en cuanto a calidad en la circulación culé. La individual sí que existe en los jugadores culés, como la de Lamine Yamal, que antes de los diez minutos pudo marcar, pero Guaita surgió para evitarlo. Como lo hizo Ter Stegen poco después en la primera transición local con criterio.

Fueron ambas ocasiones esporádicas, fuera de contexto en un partido que se iba con el Celta esperando y el Barcelona sin saber qué proponer. Los celestes querían activas el resorte del contragolpe en cada recuperación, pero no lo conseguían. Los visitantes, ante la falta de espacios por dentro, apostaban por los cambios de juego buscando en una banda a Yamal y en la contaria a Cancelo, que se soltaba hacia arriba mienrtras su equipo salía con línea de tres centrales para manejar mejor.

Una vez más, pasaban pocas cosas. Como en la anterior jornada, en Getafe. Y, como entonces, todo ese trabajo de contención se puso en tela de juicio justo antes del descanso. Porque Lamal condujo hacia el área celeste y su pase halló la perfección individual del control y el remate de Robert Lewandowski. El polaco lleva una década siendo uno de los mejores delanteros del mundo y ayer lo demostró en una acción determinante. Su fuerte disparo cruzado desde el borde del área fue imposible para Guaita. Una vez más, el fútbol castigaba en una jugada aislada la falta de ambición.

Tras el descanso, con Unai Núñez en el campo por Carlos Domínguez, se repitió el cambio de actitud del Coliseum, aunque esta vez con un premio mucho más celérico. Porque nada más arrancar, el ansia ofensiva que define a Óscar Mingueza salió a relucir. El ex del Barça encontró con el pase a Jorgen Strand Larsen de espaldas a portería y el noruego, excelso en esa acción y en los minutos posteriores, hizo tiempo para acabar encontrando de nuevo al ayer lateral en su carrera hacia el área. Éste tuvo la calidad precisa para taconear hacia Iago Aspas y el moañés golpeó apostando por la colocación, aunque el balón tropezó en Koundé para desviarlo y llevarlo al fondo de la portería.

Aquella búsqueda de la fortuna que te saque del pesimismo había surtido efecto para los dos equipos. El partido recuperaba la igualdad en el marcador como reflejo de la existente en el juego. Y no precisamente en aciertos, sino más en errores. El tanto celeste abría una segunda parte que encontró a un Celta más capaz de posicionarse lejos de su portería y de, por momentos, presionar la errática salida del balón del Barcelona.

Los cambios se sucedieron pero sin variar en absoluto la propuesta. Por lo tanto el encuentro se mantuvo dentro de ese discurso escaso, con poco peligro real en ambas áreas salvo en una falta directa lanzada por Raphinha. En el Celta, conducido por Iago Aspas, el recurso ofensivo fue Williot Swedberg, que sentó a Tadeo Allende, debutante ayer en el once inicial. Los minutos empezaron a dejar entrever cansancio en los dos equipos, más por el estrés emocional que por la acumulación de esfuerzos. Ni uno ni otro encontraban la forma precisa para hacer daño.

Se fue acercando el descuento con la única incertidumbre que sostenía el resultado. Pero una llegada culé se envenenó. Beltrán no vio venir a Yamal en un balón llovido dentro del área y acabó golpeando al culé en un penalti tan obvio como burdo. Lewandowski marcó a la segunda, tras detener Guaiata el primer intento pero sin pisar la línea de gol en el momento del golpeo. De nuevo, el descuento quitó lo que el trabajo dio.

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