Caso Déborah

La familia recupera el teléfono móvil de Déborah 20 años después

El Nokia de Déborah, en el interior de la bolsa precintada por la Policía.
photo_camera El Nokia de Déborah, en el interior de la bolsa precintada por la Policía.
El terminal, que estuvo desaparecido en Comisaría hasta 2022, será de nuevo analizado de forma privada tras el fallido intento del laboratorio tecnológico de la Policía

A punto de cumplirse 22 años de la desaparición y muerte de Déborah Fernández, la joven de Alcabre cuyo cadáver apareció en una cuneta en O Rosal,  la causa judicial  ha entrado en su momento agónico.  Las últimas dos diligencias que quedaban pendientes, el análisis del teléfono móvil de la víctima y la toma de ADN del único investigado,  ya han sido realizadas y solo queda saber el resultado del cotejo biológico para su posible archivo.

 

 

La familia ha podido recuperar el Nokia de Déborah esta misma semana. El jueves 25 de abril, fue recogido en las dependencias del Juzgado de Instrucción 2 de Tui, donde había sido remitido desde el laboratorio tecnológico de la de la Unidad Central de la Comisaría General de Policía.

Un año tardaron los peritos policiales en realizar el informe sobre el análisis del teléfono. El móvil estuvo  en paradero desconocido hasta septiembre de 2022, cuando sorpresivamente, era encontrado junto a unas cajas con evidencias del caso,  durante unas obras en la Comisaría madrileña de Canillas.  Las esperanzas de  poder hallar alguna pista sobre los últimos contactos de la joven se desvanecían pronto, al descubrir que el terminal carecía de tarjeta SIM.

Así fue corrorborado en el escueto informe policial respecto al examen efectuado:  el diposistivo no muestra ninguna información relativa a contactos, llamadas o SMS.

Refirieron los peritos que la tarjeta es, en este tipo de terminales, donde se guarda la mayor parte de información, con lo cual no se pudo obtener nada. 

No obstante, el Nokia modelo 3310 será remitido de forma particular al laboratorio de Lazarus Tecnhology, que ya hizo pruebas con prototipos similares sin haber obtenido resultado. Además, no se descarta la posibilidad de buscar huellas en el propio terminal, ya que aunque estas se diluyen con el paso del tiempo, al haber estado guardado durante años  dicha opción podría ser factible. 

La búsqueda de la tarjeta del teléfono no se ha emprendido, a pesar de que el hallazgo del móvil corroboró las manifestaciones de la familia en las que siempre  aseguraron habérselo entregado a los agentes, quienes retiraron la SIM para guardarla en un sobre. Y eso, a pesar de que en el último atestado policial de 2019, se aseguraba que no se había recogido el móvil de la víctima.

Tres ADN diferentes, recogidos en la escena del crimen

En un momento en el que la huella biológica es la herramienta principal para el esclarecimiento de hechos delictivos, el ADN sigue sin poder identificar a nadie vinculado con el crimen de Déborah. La investigación cuenta con tres perfiles diferentes de muestras recogidas en el lugar del crimen: uno extraído del semen hallado en el cuerpo de la víctima, otro de un pañuelo junto al cadáver y un tercero de un pelo aparecido entre los dedos de los pies.  

El lugar donde apareció el cuerpo hace 22 años.
El lugar donde apareció el cuerpo hace 22 años.

Dentro de la hipótesis principal sobre la que han trabajado los diferentes equipos policiales, la muestra más importante se correspondería con la del pelo. En su momento, hace más de dos décadas, fue imposible cotejarla, porque era una muestra parcial. Ahora sí es posible. Fue por eso por lo que se autorizó y se llevó a cabo un cribado masivo a unas treinta personas, cuyo perfil solo se comparó con dicha muestra. 

En ese momento, saltaron las alarmas, al haber encontrado ciertos marcadores coincidentes con una persona que había sido interrogada en la causa, pero posteriormente los peritos forenses descartaron dicha coincidencia, al revelar que se daba con una frecuencia muy alta.  El del semen hallado en el interior del cuerpo tiene para la investigación menos relevancia al  considerar que se colocó de forma artificial, con lo que sería una prueba de descargo. En su momento, se comparó con el del único investigado, el exnovio de la joven, con resultados negativos. No obstante, accedió a una nueva extracción que se realizó en marzo pasado y de la que se está a la espera de resultados.

Sin cotejos con el banco biológico de agresores

Las esperanzas sobre un ‘match’ en el ADN son casi nulas. El juzgado rechazó en su momento que las tres muestras que hay en la causa se cotejaran con el banco de ADN de agresores sexuales, como había solicitado el propio equipo investigador. El hecho de que la causa haya prescrito y solo continúe contra el investigado estaría detrás de la decisión de impedir dicho cotejo, si bien cualquier coincidencia permitiría obtener un hilo del que seguir tirando y una baza para la propia defensa de exnovio, que  desde el principio ha mantenido su inocencia, pero que sigue en calidad de imputado, mientras no se decrete el archivo.

Las técnicas genéticas avanzadas permiten además realizar un perfil de la persona a la que corresponde la huella digital, como sucedió en el caso del crimen de la joven madrileña Eva Blanco, que la Guardia Civil logró resolver 18 años después gracias al ADN que tenían guardado. El estudio genealógico de la muestra permitió determinar que el asesino era de origen magrebí, y un cribado masivo pudo encontrarlo. 

En el caso de Déborah Fernández, solo se tienen dos características respecto a la muestra del semen: un varón caucásico, de pelo castaño, dos rasgos demasiado comunes como para ser determinantes. Se desconoce si, por el contrario, se ha podido hallar un perfil de la muestra del pelo y que podría habérsele caído a la persona que abandonó el cuerpo.

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