Carles Pérez es un jugador peculiar, muy especialista, y explotar sus cualidades a la par que limitar sus defectos es algo clave y difícil. Por ello, Claudio Giráldez volvió a optar por él como revulsivo ayer y, pese a su gol ante el Sevilla, comenzó el partido desde el banquillo. Y salió en la segunda mitad para intentar encontrar el camino del gol en un día de posesión, pero de escasa puntería.
El extremo comenzó situado en la banda, su lugar más natural, pero con el paso de los minutos se situó algo más centrado y en las inmediaciones del área. La idea era clara y se trataba de intentar aprovechar la capacidad de disparo del catalán. Lo intentó en dos ocasiones, una de ellas pegó en un defensor y la segunda, en los últimos compases del tiempo añadido, se marchó al larguero. Conectó sin controlar el balón un golpeo fuerte y seco que superó a Dimitrievski para rozar el gol. Salió repelido por el larguero.
Las lagunas defensivas y las dificultades para la asociación parece que también condicionarán los minutos de Carles Pérez con Claudio Giráldez como técnico, pero el porriñés está encontrando minutos para el catalán como especialista y ayer lo era porque el Celta tuvo un día especialmente negado en la puntería. Disparó en trece ocasiones y ninguna de ellas entre los tres palos. Es la segunda vez que sucede en lo que va de temporada. Curiosamente, estos dos enfrentamientos terminaron con empate, el de ayer sin goles y, el pasado 28 de septiembre 1-1 contra el Alavés porque el conjunto vitoriano se marcó un gol en propia puerta por medio de Rafa Marín.
Eso sí, en aquel enfrentamiento, el equipo vigués intentó ocho disparos y ayer la cifra resultó más elevada porque alcanzó los 13. De hecho, es un número de remates bastante alto porque hasta en ocho partido el conjunto vigués disparó menos. Eso sí, al menos, siempre en una de las ocasiones entre los tres palos. En uno se quedó en la primera jornada ante el Osasuna y contra el Real Madrid.
