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Tesoros que rodean al Cristo

La Concatedral se viste con cortinones de terciopelo y el párroco reserva el terno especial para la procesión.
photo_camera La Concatedral se viste con cortinones de terciopelo y el párroco reserva el terno especial para la procesión.

El párroco de Santa María, Don Moisés, custodia las ofrendas de los fieles, aunque señala que “la más valiosa es el cambio interior y el corazón transformado”

La devoción que despierta el Cristo de la Victoria se traduce en el ajuar que luce en los días grandes de su celebración. Un tesoro, que custodia don Moisés, el párroco de la Concatedral, del que destaca las ofrendas “más valiosas” que implican “un cambio interior y una transformación del corazón”.
Entre las joyas que honran la imagen del Santísimo destacan los dos jarrones checos, que junto a sus pedestales, lucen en el altar durante la novena. “Fueron donados por una familia viguesa; tiene un gran valor, por lo que los retiramos el día previo a la procesión”, señala el cura. Se unen a los otros dos jarrones del Cristo, éstos realizados en la Fábrica Álvarez. Su molde, el mismo del que se sacó el regalo ofrecido a Eva Perón en su visita a Vigo, se rompió para asegurar su singularidad.
El domingo se sacará de la caja fuerte la corona de ceremonias. Realizada a principios del siglo XX con las joyas donadas por los fieles, es de oro con rubíes y diamantes. Lo acompañan con las medallas de platino de la Ciudad  de Vigo y la del Real Club Celta.
El templo también se engalana para honrar al Cristo. La arcada de la nave principal está vestida por los cortinas de terciopelo traído de Lyon en los años 50. Fue cosido por las monjas de Monforte. 
La alfombra, adquirida con motivo del quinto centenario de la Concatedral, cubre el suelo del altar hasta el crucero.
El propio párroco, don Moisés, llevará sus mejores galas. Como cada año, para oficiar la misa del domingo del Cristo sacará del ropero de la Sacristía el terno, reservado durante todo el año. Realizado por las hermanas Clarisas, es una copia del traje oficial del monasterio de Melón, fechado en el siglo XVI.
Durante estos días, la Colegiata se llena de flores, ramos  y velas que son ofrecidas por los devotos. El primer domingo de agosto, la procesión comienza ya por la mañana, los penitentes acuden al templo a encender el cirio con el que realizarán todo el recorrido y que finalmente acaban en la iglesia. n

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