Amada Méndez tiene un bebé de dos meses y forma parte del primer grupo de donantes de leche materna del hospital Álvaro Cunqueiro.
¿Cómo se convirtió en donante del Banco de leche humana?
Soy matrona en el hospital y conozco de primera mano los beneficios de la lactancia materna. Con mi primer hijo me fue bien, tuve bastante leche, así que en el segundo, me animé, porque estoy concienciada con el tema.
¿Cómo le afecta a su rutina diaria?
Tengo que dedicarle cada mañana, entre diez y quince minutos a extraer para el Banco. Solo me saco de un pecho, porque le doy el otro a mi hijo. Al día suelo donar sobre 100 mililitros.
¿Ha notado un descenso en la producción desde que dona?
Todo lo contrario. Producimos leche según la necesidad. Cuanto más se consuma, más se genera.
¿Ser donante le exige tomar alguna medida especial?
Es importante seguir unas medidas higiénicas básicas. Antes de extraer la leche para el Banco, me ducho y me lavo las manos en profundidad. Utilizo mascarilla y gorro durante la extracción. Meto la leche en el congelador y a los quince días la llevo al hospital.
¿Cómo asumió su entorno su decisión de hacerse donante de leche materna?
Mi familia lo ve con normalidad. Al darle el pecho a mi primer niño, mi marido ya está familiarizado con la lactancia materna. Cuando empecé a trabajar, me sacaba la leche para mi bebe, por lo que el sistema no es algo nuevo para nosotros. Es cierto que al principio, con el primer niño, a mi madre le llamó la atención la idea de extraer la leche y congelarla. Eso antes no se hacía. Le sorprendió lo que han cambiado las cosas.n
