La organización alcanzó su objetivo y superó la participación del año pasado. Familias y niños cada vez más pequeños atravesaron los cinco puestos y se cubrieron de polvos de colores.
Como sorpresa final, Noemí Latorre, el alma de la Holi Life, lanzó purpurina entre la multitud.
Para el año que viene se reserva la sorpresa que por la amenaza de lluvia no se pudo efectuar en esta edición.