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Un desahucio en Torrecedeira convierte en víctima al dueño

Antonio Vázquez muestra los destrozos de su vivienda.
photo_camera Antonio Vázquez muestra los destrozos de su vivienda.

Antonio Vázquez se encontró un piso lleno de suciedad y destrozos valorados en 12.000 euros. No puede afrontar la reparación y pide que se vea la otra cara de los desahucios

 Los desahucios tienen una doble cara: la de personas sin ingresos que ya no pueden pagar el piso y la de arrendadores que pasan meses sin cobrar el alquiler. Entre estos últimos también hay víctimas, como es el caso de Antonio Vázquez, un pensionista que trabajó durante 40 años en la descarga del pescado en la Ribera del Berbés y en los años 70 compró con sus ahorros un piso en Torrecedeira, que alquilaba para completar sus ingresos (actualmente una pensión de 700 euros). Tenía de inquilinos desde hace 12 años a la familia de Ricardo, una persona que en fecha reciente hizo una huelga de hambre y que logró que la Xunta le ofreciese un piso nuevo en Salvaterra. Debían 4.500 euros a Antonio Vázquez, que tuvo paciencia y aguantó meses  sin cobrar porque la mujer estaba enferma y porque tenían dos hijos, hasta que ya no pudo más e interpuso demanda de desahucio. Asegura que se lo pensó mucho “porque no me gusta llevar a nadie al juzgado” y tenía miedo de salir en público por temor a las críticas de la plataforma antidesahucios. La sorpresa mayúscula llegó cuando por fin pudo entrar en su piso (“no los vi, me mandaron un mensaje para decir que me dejaban las llaves en un sitio”) y se encontró con “un desastre” mirase donde mirase. “Se me cayó el mundo encima”, afirma con la voz quebrada.
Los destrozos de su vivienda se cifran en 12.000 euros. El cuarto de baño está completamente inservible,con un  agujero enorme en un lateral del inodoro, el bidé levantado, la bañera impracticable. La cocina también presenta numerosos destrozos y está completamente llena de grasa. No hay grifos, faltan puertas, el parqué del suelo está lleno de manchas, la lavadora, las persianas y otros muebles rotos, las paredes pintadas a bolígrafo. “Yo vivo en Ribadavia, no tenía ni idea de que esto estaba así, ni me llamó para arreglar al menos los cristales, supongo que no lo hizo porque no me pagaba. Hace años me había pedido que arreglase un grifo del baño y se lo puse y reparé el azulejo de la bañera, no había problema en eso pero no me dijo nada”. El inquilino dijo que no limpiaba el piso porque “no le daba tiempo y eso que tuvo un mes para hacerlo”. Otra de las contradicciones es que en el piso había  muchos paquetes de lentejas, garbanzos, harina y otros alimentos todos ellos sin caducar, además de juguetes, ropa nueva y otros enseres. “Llené dos contenedores de basura. Si no tenían de comer, no sé como dejaron esto”, explica. 
Antonio Vázquez solicitará ayuda al Concello y a la Xunta porque se considera afectado. “A ellos les dan un piso nuevo en Salvaterra y a mi me dejan un piso inservible. Tendré que repararlo cuando pueda, va a costar mucho. Después de esto ya no puedo ni quiero alquilarlo. A mí me parece que se comportaron como delincuentes. La plataforma antidesahucios debería saber estas cosas”. n
 

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