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La bendición de tener una mascota

Los animales fueron los grandes protagonistas en una ceremonia en la que los perros fueron mayoría. Este año aumentó el número de asistentes al acto.
photo_camera Los animales fueron los grandes protagonistas en una ceremonia en la que los perros fueron mayoría. Este año aumentó el número de asistentes al acto.

El atrio de la iglesia de La Soledad, en O Castro,  reunió a numerosos animales de compañía con sus dueños para celebrar el día de San Antón en un acto oficiado por el párroco Alberto Cuevas   

nnn El atrio de la parroquia de La Soledad se llenó ayer del ladrido de los numerosos perros -la mayoría de los asistentes- que acudieron con sus dueños a la tradicional bendición de las mascotas del día de San Antón. El padre Alberto Cuevas recordó en su alocución al importantísimo papel que los animales juegan en la vida de las personas. "Ellos hacen compañía, nos cuidan, están cerca y nos ayudan a pasar los malos trances", dijo. También hizo un repaso por las historias en las que los animales son protagonistas en la Biblia, desde la archifamosa arca de Noé, los cuervos que alimentaron al profeta Elías o la ballena que salvó a Jonás de morir ahogado.
El párroco de La Soledad no se olvidó de referirse al buen tiempo reinante, una jornada con sol muy diferente a las celebraciones de otros años, en los que la lluvia obligó a "acurrucarse bajo las columnas" del templo.   También quiso recordar a sus parroquianos la importancia que tiene agradecer "por nuestras mascotas" y, como no podía ser menos desde un enclave como es O Castro, por la puesta de sol que acompañaba a la bendición, porque según dijo "Dios nos regala cada día una diferente. Un privilegio que tenemos los vigueses y que no conocen en otros lugares". 
Una vez finalizada la lectura de las Escrituras con el relato de la Creación, se procedió a la bendición de los animales presentes, muchos más numerosos que en otros años. 
Un momento que algunos aprovecharon para sacar sus móviles e inmortalizar a sus amigos de cuatro patas, más atentos a sus dueños que a los movimientos del hisopo en la mano del sacerdote. 
Una vez finalizada la corta ceremonia, perros y gatos desfilaron  hacia la calle, dejando atrás el jardín de la parroquia en la que un cartel advertía, sin mucho éxito en este caso, que no estaba permitida la presencia de perros. Claro está, que como ayer era San Antón,la prohibición quedaba sin efecto. n 

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