Un estudio en centros del área revela que el 49% de usuarias fue víctima antes de los 13
Si la estadística oficial según los parámetros internacionales sitúa a uno de cada cinco menores como víctima de abusos sexuales, ésta se agrava en el caso de menores con discapacidad. El psicólogo y director de los centros de la institución religiosa EVD Galicia, Leví Olivares, alerta de la incidencia de estos casos y de que la mayoría “se queda sin consecuencia penal por las dificultades para detectarlos y probarlos”.
Un estudio realizado entre las 160 usuarias de las residencias femeninas de EVD en Mos y Crecente, así como los centros de día en A Cañiza y Pontevedra, reflejaba que el 49% había sido víctima de abusos sexuales siendo menores de 13 años. En el 29% de los casos el agresor era un familiar mientras que el 56% era el propio padre.
“La incidencia de violencia sexual a menores en mayor en casos con discapacidad por la dependencia de sus abusadores”, explica Olivares quien asegura que “es muy complicada la detección porque en muchos casos las personas con discapacidad no pueden verbalizar o tienen problemas para comunicarse, de ahí la necesidad de que los profesionales que trabajan para ayudar a los colectivos más vulnerables reciban formación”.
Este experto será uno de los ponentes del que será el primer seminario en Galicia sobre la violencia sexual a menores con discapacidad que la Asociación contra el Abuso y Maltrato Infantil (Amino), nacida en Vigo y con ámbito en Galicia, organiza junto con la Federación de Asociaciones contra el Abuso Infantil en Santiago y que esperan sea un punto de encuentro para abordar este tema.
Para el director de los centros EVD, “es fundamental la atención primaria y los pediatras para el diagnóstico” mientras relata que “en algún caso hemos podido ayudar a la víctima gracias a que hay evidencias físicas, pero si no las hay existen otras evidencias que pueden dar la clave”. Entre ellas, se encuentran las conductas sexuales exageradas hacia los demás. “El que no se detecten los abusos y no haya consecuencia penal no significa que no tenga consecuencias para la víctima, al contrario”, explica Olivares quien advierte de que en algunos casos la situación mental de los enfermos ha sido provocada precisamente por haber sufrido este tipo de violencia”.
