El precio es la principal barrera que encuentran los consumidores a la hora de optar por un consumo de alimentos más sostenible. Pese a que las preferencias están virando cada vez más hacia un tipo de consumo menos dañino para el medioambiente y más favorable para la salud, la realidad es que el elevado coste de los productos ecológicos supone un notable obstáculo a la hora de asentar esos hábitos de consumo sostenibles, especialmente en un contexto de inflación alimentaria desatada.
Y es que la cesta de la compra ecológica cuesta prácticamente el doble que la cesta de la compra normal, en concreto 280,82 euros, frente a 141,17, lo que supone un sobrecoste del 98,9 por ciento. Así lo revela un análisis elaborado por el departamento de Estudios de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin) a partir de los precios observados en cinco cadenas de supermercados.
En total, el estudio analiza un total de ciento nueve productos ecológicos, con sus pares correspondientes no ecológicos, “buscando siempre la relación más homogénea para poder comparar los resultados cuantitativamente”, explican desde Asufin. El resultado es una brecha de precio cercana al 99 por ciento, con diferencias que van desde el 217 en las legumbres hasta el 30,7 en el aciete de oliva, que siendo uno de los alimentos que más se han encarecido en el último año supone la categoría en la que menos diferencia de precio hay entre la modalidad ecológica y la no ecológica.
Siguiendo con las categorías de producto que mayor brecha de precio presentan por detrás de las legumbres se sitúan los cereales y otros alimentos de desayuno, con una diferencia del 155,8 por ciento, y las pastas, siendo las ecológicas un 105,9 más caras de media. En cuanto a la carne y el pescado, la diferencia es del 100,3 por ciento y del 88,6 respectivamente. Entre las categorías en las que se encuentra una menor diferencia destaca además del aceite la leche, con un 38,2 por ciento.
Ejemplo de una compra
En la cesta específica de la compra que plantea Asufin en su estudio se observan mejor estas diferencias. Por ejemplo, las galletas de avena tienen un precio normal de 1,32 euros y un precio ecológico de 5,47 es decir, son un 315,1 por ciento más caras. Es el alimento que presenta una mayor brecha sostenible. Justo por debajo se sitúa el pan de molde blanco, que cuesta de media 1,02 euros en su modalidad normal frente a los 3,99 en la oferta ecológica, lo que supone un incremento del 290,1 por ciento.
Además de la leche y el aceite, entre los productos con menos diferencia de precio está el kilo de filetes de ternera, que sale a 14,79 euros si se compra no ecológico, un 27,3 por ciento menos que la opción sostenible, que asciende a 18,83. Sin embargo, cuando se incluyen todas las carnes, incorporando productos procesados como la carne picada o hamburguesas, y diferentes tipos de carne de pollo, la diferencia se amplía hasta el 100,3, es decir, más del doble.
Asufin también señala que algunas marcas han optado por ocultar la subida de precios con prácticas de reduflación, que consisten en reducir la cantidad de producto manteniendo el precio e incluso en subirlo en paralelo a esa merma de cantidad. La asociación considera estas prácticas “abusivas por engañosas” y recuerda que países como Francia o Alemania ya las están prohibiendo.
Más allá del precio del producto, la mera percepción del coste superior en términos económicos de la opción sostenible desincentiva a menudo la compra, aunque existe la creencia de que el producto más caro es mejor en términos de sostenibilidad y salud. Para minimizar la “desproporción del coste”, Asufin recomienda “planificar y diversificar” a la hora de comprar.
