VELA

Un vigués navega hacia Tokyo

Nicolás Rodríguez y Jordi Xammar trabajan desde que terminó Río 2016 en representar a España en los próximos Juegos Olímpicos.
photo_camera Nicolás Rodríguez y Jordi Xammar trabajan desde que terminó Río 2016 en representar a España en los próximos Juegos Olímpicos.

El regastista Nicolás Rodríguez pasó de dejar el deporte a iniciar un ciclo olímpico de cara a los Juegos de 2020

La historia de Nicolás Rodríguez García-Paz (Vigo, 1991) es una continua ebullición. Este regatista del Real Club Náutico de Vigo comenzó triunfando a nivel autonómico y nacional cuando era adolescente. 
Al pasarse a vela olímpica, desde modalidades ligeras como 420 o Optimist y probar suerte en 49er, se tuvo que trasladar a Las Palmas para compartir embarcación como tripulante de Nahuel Rodríguez. Sin embargo, las dificultades para compaginar el deporte y su trabajo  'oficial' como dentista, lo llevaron a dejar la vela y mudarse a Holanda para buscar una opción profesional. Dos días después de los Juegos de Río de Janeiro, la llamada del olímpico Jordi Xammar, le cambió la vida. Sin pensárselo ni un segundo, Nico dejó su trabajo en los Países Bajos y regresó de vuelta a España con un objetivo: Tokyo 2020.

Regatista por presión familiar
Nicolás Rodríguez se inició en el mundo de la vela influenciado por el apego al mar que siempre tuvo su familia. "Comencé en este mundillo a los 8 años. Mi abuelo fue Comandante de la Marina, mi madre estuvo un tiempo en el deporte y a mi padre siempre le aficionó mucho la pesca. Entre unos y otros me convencieron. Siempre me decían que lo probase que me iba a gustar", comenta en relación a sus inicios Nico, que lleva toda su vida ligado a un mismo club, el Náutico de Vigo.
Tras triunfar en vela ligera ganando campeonatos gallegos en Optimist y nacionales en 420, al regatista vigués le surgió la oportunidad en 2013 de unirse como tripulante de Nahuel Rodríguez.  "En Las Palmas, trabajaba a la vez que competía, vivía un poco como podía y al final decidí que lo mejor era dejarlo", explica el olívico. La solución para Nico fue emigrar a Holanda donde trabajaría como dentista, oficio para el que se había preparado en la Universidad de Santiago. Sin embargo, cuando la opción deportiva parecía escabullirse, el catalán Jordi Xammar lo llamó para iniciar un proyecto irresistible.

Vuelta a la vela de la mano de Jordi
"El mundo de la vela, al fin y al cabo, es muy pequeño. En categorías inferiores, éramos rivales y nos conocíamos de campeonatos de 420, donde a veces ganaba yo y otras él", aclara el que ahora es tripulante de su antiguo competidor. 
La oferta de asociación se produjo dos días después de que terminasen los Juegos de Río, cuando el catalán, que había participado en ellos, ya comenzaba a preparar en su cabeza el nuevo ciclo olímpico. El regatista vigués sería su compañero como tripulante, con los Juegos de 2020 como motivación y meta principal.
"Actualmente estamos intentando crecer como analistas. Para mejorar como regatistas hay que estar atentos a todo lo que nos rodea. Es un trabajo muy bonito, pero también es duro", detalla el tripulante gallego. Los resultados de la temporada no están acompañando a la pareja española, aunque las competiciones más relevantes todavía están a tiro. "El año pasado fue bastante bien, aunque éste está siendo peor. Ahora tenemos el Europeo en Bulgaria y en agosto el Mundial que es lo realmente importante", destaca Nicolás. El Campeonato del Mundo de Aarhus (Dinamarca) es la primera gran oportunidad para clasificar a la vela española para los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Para ello necesitarían meterse entre los ocho primeros equipos de en esta competición. 

Tokyo 2020, una meta ilusionante
"Sólo de pensarlo ya se me pone la piel de gallina. Clasificarte, tener la oportunidad de representar a tu país, poder hacerlo bien... Eso tiene que ser la bomba. Ahora mismo lo que más estoy disfrutando es el camino", describe con sobrada motivación el vigués. Su día a día lo comparte con Jordi. Ambos entrenan de forma diaria para lograr el objetivo y el catalán, en ocasiones, le pone la miel en los labios al gallego. "Una persona como Jordi, que ya ha ido a Río, no quiere volver a otro solo para participar. Por eso me llamó a los dos días de aterrizar, porque quiere ir allí a luchar. Si ya tiene que ser espectacular estar en unos Juegos, ir a competir por algo tiene que ser la hostia", apunta el vigués, que está viviendo el ciclo olímpico al máximo para asegurar su plaza en Tokyo: "Si te centras totalmente en esto puedes llegar, pero como te despistes un poco, aquí la gente está a tope".

Un no parar deportivo
A pesar de lo entusiasmado que se muestra Nico, las exigencias del calendario no le permiten disfrutar de muchas otras cosas. Añoranzas que también forman parte de este ciclo olímpico: "Voy muy poco por Galicia, porque casi no hay tiempo. Cuando estoy allí tengo que ver a tantos amigos, a familiares... a tanta gente que me acabo estresando. Al final no se puede hacer todo bien", comenta. Al fin y al cabo, Nico y Jordi solo tienen tiempo para pensar en los Juegos de Tokyo.n

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