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El sustento de la vocación

Los jugadores de las categorías inferiores formaron para que la grada leyese su razón de ser: "Canteira".
photo_camera Los jugadores de las categorías inferiores formaron para que la grada leyese su razón de ser: "Canteira".

El celtismo acudió fiel a la primera cita de la temporada, con buen ánimo y en buen número, y disfrutó con el equipo

En tiempos de carestía de vocaciones, en los que el cuello alto es más estilo de moda que convicción religiosa, el fútbol mantiene su poder de llamada. Empieza la Liga y el cuerpo responde como un resorte, algo más profundo que una costumbre adquirida, que parece tener más que ver con el instinto que con el ambiente. Aunque la acumulación de esos instintos celestes convergen en el gran ambiente generado ayer en Balaídos para la primera cita de una temporada que, como todas desde que se tiene memoria, comienza con ilusión, esperanza, optimismo y todos esos sustantivos poco sustanciosos en tantas ocasiones. 
A la espera de que se concrete esa inminente –en dibujos y promesas– ciudad deportiva, A Madroa es la cocina donde se preparan los platos que, con el paso del tiempo y del trabajo, se presentan en Balaídos ya hechos. Pero ayer fue una excepción porque en el descanso del choque, las categorías inferiores –esos platos todavía experimentales– disfrutaron del aplauso de la grada durante su presentación.
El himno volvió a atronar en las gradas con asientos remozados. Esta vez más enfervorecidas tras el estreno en los vídeomarcadores de las intensas nueva imágenes de los jugadores, en las que los célticos gesticulan, unos con más dramatismo que otros. Entre los más expresivos, Álex López, Larrivey, Planas, Mallo, Augusto y, por encima de todos, el danés Krohn-Dehli, agarrándose el escudo con una mano mientras con la otra cierra el puño enérgico.
La energía se mantuvo durante todo el partido, con picos de calma y picos de euforia. El novedoso spray se llevó algún aplauso y hubo los habituales recuerdos al Coruña. Pero, sobre todo, la grada disfrutó de los goles propios, con Nolito y Orellana de coreados ejecutores, y sufrió con la reacción del Getafe, cuando las dudas le entraron al equipo.
El celtismo, acostumbrado a ganarse el pan con sudor por vocación, acompañó al equipo en los malos momentos para, al final, poder celebrar los puntos.n

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