ELENA CASAL. Árbitra viguesa de Primera División

"Sólo llegan los que ganan, como en cualquier deporte"

Elena Casal (C) da el salto a la máxima categoría del fútbol femenino.
photo_camera Elena Casal (C) da el salto a la máxima categoría del fútbol femenino.

Elena Casal (Vigo, 1988) venía arbitrando hasta la fecha en la Regional Preferente masculina y en la Segunda División femenina. Pero la Federación Española la acaba de ascender y el próximo curso pitará, como la también gallega Zulema González (Ourense, 1992), en la máxima categoría femenina. Destacan de ella quienes la conocen que es "tenaz. Se ha empeñado en llegar y lo ha hecho. Y todavía podrá alcanzar cotas más altas". Son palabras de Jorge Cendón, responsable de la delegación viguesa del Comité Gallego de Árbitros, que vive estos ascensos como "un lujo, algo que parecía inalcanzable".

¿Sorprendida por el ascenso?
Ya clasificarme para las pruebas en Madrid fue un premio. Después, hubo que esperar y al final quedamos entre las veinte elegidas.

Es la consecuencia de mucho trabajo previo.
Sí, supone una gran alegría porque es el fruto del trabajo no sólo de la última temporada, sino de todas las que llevo en el arbitraje.

¿Por qué es tan difícil llegar hasta esa máxima categoría?
Porque el nivel es altísimo y hay que competir. Sólo llegan los que ganan, como en cualquier competición. Somos árbitros y, por lo tanto, somos deportistas.

¿Cuándo y por qué comenzó en el mundo del arbitraje?
Empecé con 15 años. A mí me gustaban mucho los deportes y me gustaba mucho el fútbol, pero lo que me llamó un montón la atención fue la figura del ábitro. Por eso, decidí probar y, desde ese día, hasta hoy.

Después de esa ilusión del arranque con 15 años, ¿fue más complicado mantener esa apuesta? ¿No resultó difícil compaginar arbitraje con temas académicos o laborales?
No, cuando estás haciendo algo que te gusta y te apasiona, nada es complicado. La verdad es que siempre sacas un rato para el arbitraje. Es compatible con otras cosas. Ahora mismo no estoy trabajando y tengo la posibilidad de dedicarle más tiempo.

Más allá del tiempo, ¿ha tenido que explicar muchas veces por qué se dedica al arbitraje?
Bueno, sí y no. Cada vez hay más personas que entienden el trabajo del árbitro.

¿Y siendo mujer en una sociedad y un deporte tan machistas?
No. Yo no lo vivo así. No he recibido un trato diferente a mis compañeros. De hecho, es lo mismo pitar a hombres que a mujeres. La gente no se fija si el árbitro es una mujer o un hombre, sino que quiere que realice su trabajo lo mejor posible. Es completamente indiferente, a mi modo de ver.


Además de las imprescendibles cuestiones técnicas, ¿ser árbitro presupone tener un determinado carácter?
Sí. En mi caso, al empezar desde tan jovencita, ser árbitro me ayudó un montón a forjar mi carácter. Asumir esa autoridad desde tan temprana edad favorece tu crecimiento personal.

¿Este ascenso a Primera División le supondrá más sacrificio a nivel vital, con más viajes, menos tiempo...?
No lo creo. Como decía antes, al hacer algo que te apasiona –porque el arbitraje y el fútbol me encantan–, para mí no supone sacrificio ninguno. Seguiré entrenando, seguiré trabajando, seguiré preparándome y, sobre todo, seguiré aprendiendo.

¿Y aprendiendo con vistas al único escalón que le queda, el de ser internacional?
Primero, el primer partido. En las metas hay que ir poco a poco, superando la primera y pensando después en el resto. Me gusta ponerme metas mayores pero soy consciente de que hay que ir poco a poco.

¿El hecho de que le acompañe en este ascenso otra árbitro gallega como Zulema González es sintomático de que el arbitraje en general y el arbitraje femenino en particular en Galicia está muy bien?
Sí. En Galicia tenemos un muy buen nivel de arbitraje. Nosotras dos, por suerte, estamos en ese grupo de 20 árbitras. Pero a las pruebas fueron dos compañeras más que también realizaron un muy buen trabajo. El arbitraje femenino gallego está a un gran nivel.

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