Juicio crimen de Coia: la víctima tenía 19 bolas de plomo en tráquea y boca

La Policía declara que el acusado, antes de confesar, dio otras versiones que no concordaban con las manchas de sangre en el interior de la puerta de la vivienda y en su propia mano

Publicado: 29 oct 2025 - 06:07 Actualizado: 29 oct 2025 - 11:53

El acusado, ayer, en la segunda sesión del juicio con jurado en la Audiencia.
El acusado, ayer, en la segunda sesión del juicio con jurado en la Audiencia. | Vicente Alonso

La segunda sesión del juicio con jurado que se sigue en la Audiencia en Vigo por la muerte a tiros de Francisco Javier Balseiro a las puertas de la vivienda de su homicida confeso en Coia en abril de 2024 estuvo marcada por las declaraciones de los policías que participaron en el dispositivo, la investigación y la recogida de vestigios.

De los testimonios aportados se pudo conocer que el disparo de escopeta que recibió la víctima en la cara tuvo tal impacto que los forenses llegaron a recoger de su tráquea 18 bolas de plomo y una más en la boca, perdigones que fueron entregados a la Policía Científica durante la autopsia. Así lo aseguró ayer el inspector de esta unidad quien también añadió que en la cara se encontró un taco del cartucho.

Los agentes tomaron muestras del charco de sangre hallado a la entrada de la vivienda de José Luis, donde también había restos de cartuchos, de las manchas en el marco y las salpicaduras en el interior de la puerta. Precisamente, fueron esos restos los que llevaron a la Policía a sospechar del acusado cuando pocos minutos después de producirse el crimen acudieron a la zona.

Según declaró el coordinador del dispositivo, “él estaba dentro de la casa y fuimos a hablar con él. Primero nos dio una versión de los hechos, que fue cambiando”. Inicialmente, el acusado relató que había escuchado unos golpes a la puerta de su casa y que había una persona con un machete y otro con un chándal azul que pegó dos disparos y huyó corriendo. “Luego, nos comentó que abrió la puerta y al verlos, cerró, pero que salió tras los tiros y ayudó a la víctima desplazándolo hasta la calzada”.

Las sospechas aumentaron porque este policía, de una intervención anterior sabía que el acusado tenía una escopeta y con posterioridad reconoció a la víctima “ambos tenían denuncias conjuntas por amenazas contra otra persona y habían tenido luego desavenencias por drogas”. Fueron, afirmó, las salpicaduras de sangre en el interior de la puerta de la vivienda, y las manchas en la mano del acusado lo que finalmente “desmontaba su versión”. Tras ser detenido y al acudir a su habitación a por la medicación, “nos dijo que nos estábamos portando bien y entonces confesó”. Varios agentes coincidieron en que dijo que él había sido el autor de los disparos porque “tenía miedo por su madre” y que la víctima se presentó armado con un machete y una barra de hierro.

A continuación les indicó que la escopeta estaba debajo del colchón.

Los agentes recogieron un machete de 32 centímetros y una barra metálica

Los agentes que declararon ayer en sesiones de mañana y tarde describieron cómo en la escena del crimen había un machete y que, junto al cadáver, una barra metálica hueca, además de una cadena con candado que salía del bolsillo de la víctima.

Aunque ayer los testigos policiales sí hablaron sobre la escopeta hallada en la casa del acusado y con la que presuntamente se cometió el crimen, no fueron interrogados sobre si comprobaron que el machete y la barra (que fue descrita como de escoba o fregona) eran de la víctima, como así parece presumirse. Del cuchillo, de 32 centímetros, que tenía escrito en el filo “Terror Team” tampoco se aclaró si se recogieron muestras biológicas o de sangre.

Sí se recogieron de la escopeta y también se le sometió a José Luis M. al ‘kit de disparo’, un mecanismo que consiste en comprobar si hay restos de pólvora en las manos o la ropa lo que demostraría que efectivamente disparó el arma. Así lo aseguraron los policías, que también ratificaron que el acusado no tenía licencia ni permiso para la posesión de la escopeta, cargada cuando la recogieron y con una cartuchera también con munición.

La fiscal hizo alusión a que una vez detenido, José Luis fue trasladado a urgencias. Los agentes que estuvieron hablando con él aquella noche resaltaron su estado de nerviosismo pero afirmaron que “se mostró colaborativo y obediente”.

Respecto al disparo que se encontró en un coche en la calle. Uno de los policías afirmó que podía tratarse de un cartucho de sal, ya que de no serlo habría más daños y restos, si bien será el perito quien pueda aclarar este extremo.

Muestras de arrastre del cuerpo desde la vivienda

Una de las coincidencias entre los policías que acudieron esa noche al lugar de los hechos fue la existencia de marcas de arrastre desde la puerta de la vivienda del acusado hasta el lugar donde apareció el cadáver. Los agentes señalaron que el felpudo estaba desplazado y el coordinador de seguridad añadió que a su juicio el sendero de sangre no se correspondería con el que puede dejar una persona herida al caminar, porque habría sido en forma de salpicaduras. Para la Policía, los restos indican que el disparo mortal se hizo en la puerta de la casa y que el cuerpo fue desplazado con posterioridad a unos 10 metros.

Durante la vista se hizo alusión a las intervenciones policiales en esa calle y en varias viviendas por trapicheo, incluida la del acusado. También a una detención poco antes en la casa del fallecido con el arresto de una persona por robo con fuerza. Uno de los agentes señaló que ambos eran conocidos por la venta al menudeo y que, aunque en el pasado eran amigos, dos años antes del crimen habían tenido desavenencias. También declaró otro vecino quien describió a José Luis como “un hombre tranquilo” que “siempre ayudaba y muy protector de su madre”.

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