Colas en Vigo para comprar comida y velas
Las panaderías de la ciudad agotaron todas las empanadillas y otros sustitutos de la comida, los bazares chinos y las ferreterías se quedaron sin existencias de pilas y hubo supermercados con colas interminables
Ni en los peores sueños podría nadie imaginar que se producirían colas en los supermercados de Vigo para comprar algo de comida y bebida ni tampoco nadie tenía en mente que sin dinero en efectivo no se pueden hacer muchas cosas cuando la electricidad queda en suspenso, nada de pagar con tarjeta ni con móvil. De pronto, unos pocos euros se convirtieron en un tesoro.
Las colas de la desesperación se vieron por ejemplo del Carrefour Express de Camelias, que mantuvo una cola constante durante horas, y también en otros supermercados.
En la calle una de las preguntas más repetidas entre la gente era qué había comido ese día y si habían logrado pasar de la lata de sardinas.
Las panaderías agotaron sus existencias. Fueron muchos los vigueses que fueron a comprar empanadillas, pan y otros productos de consumo inmediato. Se vendieron todas y más si hubiese.
Otra de las compras que triunfaron en una jornada como la de ayer fue las de las velas para poder defenderse por la noche en caso de que no volviese la luz y por supuesto las pilas, que mucha gente compró por docenas, entre otras cosas para poder escuchar la radio, casi el único medio disponible durante horas. Ni siquiera el móvil, un objeto imprescindible en la actualidad, sirvió de gran cosa una vez agotada la batería.
Bazares chinos de la ciudad hicieron ayer su agosto. Ya por la tarde se habían quedado sin pilas estándar y sin linternas, para desgracia de muchas personas que habían hecho la cola correspondiente. Lo mismo sucedió en no pocas ferreterías.
Los comercios de la ciudad se tomaron la situación con esperanzas al principio. Abrieron la persiana pensando que la avería se solucionaría en poco tiempo como en otras ocasiones, pero pasaba el tiempo y seguían a oscuras. La lotera solo podía vender décimos, lo único para llevarse en la mano, porque no era posible hacer una Primitiva o una Bono Loto. La frutera no podía pesar los productos. Al final, a media tarde comenzaron los cierres de los establecimientos. Algunos comerciantes colgaron a mano un cartel con sus disculpas y explicando que cerraban por el apagón, mientras otros echaron la verja sin más porque ya mucha gente sabía lo que pasaba.
Curiosamente se llenaron las cafeterías que permanecieron abiertas, donde aún era posible tomar un refresco, y tampoco faltaron las personas, en su mayoría jubilados, que quedan cada tarde para jugar a las cartas y apostar pequeñas cantidades. No faltaron a la cita y como los días son largos la luz exterior fue suficiente para que pudieran jugar. En algún restaurante sirvieron comida porque cocinaban con gas.
Otra de las conversaciones recurrentes del día giró en torno al famoso kit de supervivencia del que se puso de moda desde que se habla de rearme, medio en broma y medio en serio.
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