Zapatero, cónsul de Maduro y deconstructor del Estado

Publicado: 26 jul 2025 - 01:20

Decía Churchill que, con frecuencia, la casualidad coloca a un personaje de la política en un lugar a donde no hubiera llegado por causas normales. Los analistas más enjundiosos han considerado que Zapatero llegó a presidente del Gobierno por el efecto que produjo en la opinión pública el modo en que el Gobierno de Aznar llevó el asunto de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 a los trenes de cercanías de Madrid, y la relación establecida entre el motivo por el que el terrorismo islámico quiso responder a la implicación de España en la guerra de Afganistán al lado de Bush. A partir de ese momento, con Zapatero al frente del Gobierno se va a producir un proceso de deconstrucción hasta los extremos presentes. El ahora cónsul de Maduro abrirá un proceso insólito de cesiones a Cataluña y una revisión a su medida de la historia de España.

El propio Nicolás Maduro publicó en sus redes sociales un vídeo en el que se le veía agradeciendo a José Luis Rodríguez Zapatero el haber intermediado en un canje de prisioneros entre Venezuela y Estados Unidos. Teóricamente se liberaba a “presos políticos”. Entonces, ¿cómo se coló en la lista un asesino común? Dahud Hanid-Ortiz, autor de un triple asesinato en el madrileño barrio de Usera en junio del año 2016 y que cumplía 30 años de condena en Venezuela. Zapatero no ha hecho el menor comentario. Hace nada, tras el escándalo sobre el falseamiento de las elecciones presidenciales en Venezuela, luego de un espeso silencio, Zapatero llegó a asegurar que Maduro ganara todas las elecciones, y sobre las últimas añadió que “no estaba claro” con una evidente carga de cinismo e irrealidad frente a la opinión del mundo democrático mundial. Siguen vigentes en Iberoamérica los ecos originados por las palabras del secretario general de la OEA, Luis Leonardo Almagro Lemes, contra el expresidente Rodríguez Zapatero al que llamó el "súmmum de la imbecilidad".

Cuando en el futuro, los historiadores encuadren el periodo que vivimos actualmente en España, no cabe duda de que Zapatero figurará como inspirador y guía de ese proceso por dos grandes motivos: El primero, la reconfiguración de la historia de España a partir de sus propios prejuicios y la apertura del camino para que circulara hacia sus metas el independentismo, donde dejó frases imborrables, como que “el concepto de nación es discutido y discutible” o “aceptaré el Estatut que mande el Parlament de Cataluña” o su acomodo a la construcción de una España asimétrica que le proponía Maragall. Y pese a que Jordi Sevilla le enseñara economía en dos tardes (según éste dijera) y que dejó a España al borde del rescate, poco antes dijera que España en la “Champions League” de la Economía, hubo de tomar medidas tan drásticas, poco después, como rebajar el cinco por ciento el sueldo a todos los funcionarios públicos. Quiso ser un recreador del Estado, pese a su discreto bagaje que la licenciatura en Derecho y apenas unos meses de experiencia como profesor ayudante de Derecho Constitucional.

Pero donde realmente Zapatero desplazó toda su creatividad revisora y sus obsesiones fue en el de la revisión de la historia de España a partir de los años treinta. A sus ocurrencias, luego ampliadas por Sánchez, ya respondieron prestigiosos hispanitas, con severo rigor. Stanley Payne y otros historiadores han señalado que ciertas políticas, como las relacionadas con la Ley de Memoria Histórica y Democrática, podrían reinterpretar y tergiversar la historia de España desde una perspectiva ideológica y no solventemente científica. Pero la perla de Zapatero fue aquello de “La alianza de civilizaciones”. Nunca más se ha vuelto a hablar seriamente de aquella idea, y menos de su utilidad práctica: En agosto de 2007, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama: “Sean cuales fueren las causas, el fracaso europeo del intento de crear una mejor integración de los musulmanes es una bomba de tiempo que ya ha contribuido al terrorismo, que por cierto provocará una reacción más firme de los grupos populistas y que posiblemente llegue a convertirse en una amenaza para la democracia europea misma”.

Ahora, con Santos Cerdán en la cárcel, el poliédrico Zapatero tiene otra misión: negociar con Puigdemont donde este disponga las nuevas mandas para que Zapatero siga contando con los indispensables votos que le permitan seguir en la Moncloa.

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