El “vodevil” entre Corinna y Juan Carlos de nuevo a escena
Se ventila estos días en Londres una de las partes más substanciosas del vodevil en varias fases de las relaciones del mal llamado rey emérito, que no es tal, sino honorífico, con su antigua barragana y consocia la alemana-danesa- Corinna Larsen. Uno de los aspectos más insólitos de la historia reciente de España es la implicación del CESID ahora CNI para dar cobertura a las aventuras de cama de Su Majestad Católica Juan Carlos I, porque antes de que el Félix Sanz de Santamaría hiciera el nada honroso papel de intermediario en las relaciones de Juan Carlos I con Corinna Larsen, los servicios de Inteligencia española ya protegían las aventuras de cama del monarca en sus tratos con otras amantes famosas. Es curioso que entre la denuncia de 1997 de Bárbara Rey y la de 2020 de Corinna Larsen, proponiándole incluso un discreto piocadero, ambas ex amantes de denuncien allanamiento de sus moradas, robo de documentos comprometedores y amenazas personales y a sus familias.
El 29 de diciembre de 2020, Corinna presentara ante el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra una extensa demanda contra Juan Carlos y los servicios secretos españoles. Fue tramitada en marzo de 2021 y el texto le fue remitido a Juan Carlos I al Palacio de la Zarzuela en Madrid y a su residencia de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), donde vive desde el 4 de agosto de 2020. Corinna acusaba a su ex amante Juan Carlos y a los servicios secretos españoles de haberla sometido a acoso, vigilancia ilegal y otra serie de conductas ilegales, por lo que además de una indemnización, solicitaba que ni el rey honorífico ni los agentes del CNI, se comunicaran con ella ni que pudieran acercarse a menos de 150 metros de ella. Según la denuncia, los hechos se inician en Montecarlo, donde residía, a partir del año 2012
Conviene subrayar que la clave de la difamación radica precisamente en que Corinna reprocha con especial énfasis a su ex amante haberla acusado falsamente de robar 65 millones de euros, que formarían parte del polémico donativo de 100 millones de dólares entregados en 2008 por el rey Abdullah de Arabia Saudí al entonces monarca español en ejercicio. Según el Financial Times se sabía que el caso se convirtiera en una detenida batalla legal. La cuestión de fondo radicaba en la capacidad legal de la llamada High Court de juzgar a Juan Carlos, ya que se trata de un antiguo jefe de Estado de otro país, que, además, no vive en el Reino Unido. El mismo diario apuntaba que, aunque el caso se centre en Juan Carlos, eran evidentes que el asunto podría salpicar a toda la Corona y a su hijo, Felipe VI, dada la sucesión de noticias negativas sobre el comportamiento nada ejemplar de su padre.
La que luego sería amante y socia en gestiones y negociar conoció a Juan Carlos en 2004 durante una cacería en la finca del Duque de Westminster. “Siéntate a mi lado, —le dijo el Rey a la organizadora del encuentro— que ésta es un putón verbenero que viene a cazarme”. Corinna tenía entonces 27 años menos que el monarca, y era una mujer enormemente atractiva a inteligente. Estaba divorciada del empresario Philip Adkins, padre de su hija Alejandra, y ya había pasado también por la vida con el alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, de quien conserva su apellido, y el uso del pintoresco título de princesa, que el propio Juan Carlos le reconocía como tratamiento cuando años después firmaría el documento de la cesión de los controvertidos 65 millones de euros. Juan Carlos y Corinna establecieron su nido de amor en un lujoso piso de los Alpes Suizos, donde vivieron su romance durante cuatro años. Y para que fuera todavía más fácil, la instalo en un refugio de caza, en el Pardo, cerca de la Zarzuela. Lo que comenzó siendo “un mero lio de faldas” evolucionó hacia una relación estable sentimentalmente y muy efectiva en el plano de los negocios. Con el tiempo, la alemana confesaría que Juan Carlos quiso casarse con ella, pero que se decepcionó al constatar que estando con ella mantenía relaciones con otras amantes. En el año 2010 descubrió la identidad de dos nuevas aventuras amorosas del Rey. A lo largo de esos años de feliz convivencia hasta el 2014, las relaciones entre ambos fueron y vinieron, y la propia Corinna se referiría a aquella etapa con amargura: “Me usó como testaferro, —no porque me quería, sino porque soy residente de Mónaco", en una de sus declaraciones. Pero pese a ello, la alemana volvía siempre al lado de Juan Carlos, suplantando incluso en algunos casos, a la propia Reina consorte, cuando el rey fue internado en Barcelona y estuvo varios días en una clínica.
Corinna pide a Juan Carlos que indemnice por los costes de su tratamiento médico de salud mental, derivados de la "instalación de medidas de seguridad personal y servicios diarios de protección". Aunque al inicio no precisara la cantidad que requiere a don Juan Carlos, sí señaló que espera recibir los intereses correspondientes de conformidad con la ley por el importe y el periodo que el tribunal londinense considerase oportuno. En la acusación, en algunos pasajes dramáticos, viene a decir que "ha sufrido gran angustia, ansiedad, privaciones de sueño y preocupación por su propia seguridad física y la de sus hijos". Y por si falta algo por reclamar, añade que pide ser indemnizada por los gastos a los que dice que tuvo que hacer frente para contratar a su personal de relaciones públicas y comunicación para "mitigar los daños causados" a su reputación en la prensa.
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