Vigo, tres veces capital

Voy a dar una noticia ¿sorprendente?: Vigo también es capital, y no una, sino tres veces, cemento para su singularidad. Vamos por partes.

Lo es de la provincia marítima, que va desde A Guarda hasta Sanxenxo, incluyendo la totalidad de puertos de las rías de Vigo y Pontevedra. Incluso las embarcaciones matriculadas en la Boa Vila tienen que llevar la placa de Vigo, como también la mayoría de congeladores y pesqueros de altura.

Lo es del área metropolitana, 14 ayuntamientos y 450.000 vecinos, como lo marca una ley aprobada por unanimidad por el Parlamento de Galicia donde de forma expresa se coloca a Vigo como cabeza de su entorno con la misma categoría que cualquier capital de cara a conseguir servicios y dotaciones. Aunque no se ha aplicado por motivos bien conocidos (que quizá, solo quizá, se superen tras la reunión entre el actual alcalde y Alfonso Rueda). De momento, se ha plasmado visiblemente en la creación de la Delegación territorial de Vigo de la Administración gallega, independiente de Pontevedra. Esta decisión, atacada por el BNG de Lores (hay que admitir que la coherencia no es el fuerte del ser humano), le costó al Partido Popular perder la alcaldía pontevedresa sin lograr ni un voto en Vigo.

Y es también episcopal, de la diócesis de todo el sur de la provincia. Tiene su importancia por cuanto da categoría y argumentos la excepcionalidad viguesa. Para Tui supuso un palo muy fuerte perder la silla del obispo, que se movió de la catedral al chalé de A Guía, adonde dentro de unos días se mudará Antonio Valín desde Mondoñedo. La Iglesia lo vio claro en los años cincuenta: que el futuro era Vigo y no la ciudad de Tui, condenada a perder fuelle y reinventarse, con cierto éxito en los últimos años, incluso reivindicando su pasado hebreo, lo que hoy en día vale doble ante la judeofobia creciente.