Fermín Bocos
Lo que le importa a la gente
Fue la del viernes una jornada rara en la que se juntaron varios ejemplos de mucha utilidad para percatarse de que no todo vale. Ese día, por ejemplo, Gerard Piqué acabó llorando a lágrima viva delante de un tribunal al defender su ausencia de culpa y su actuación sin mácula en los procesos que afectan a la Federación Española de Fútbol en el tiempo de Rubiales y los dineros manejados e intercambiados en calidad de comisiones por el traslado de la Supercopa a Arabia Saudí. Ese mismo día supimos que la justicia ahonda en la concesión de la plaza de funcionario de la diputación de Badajoz al hermano del presidente del Gobierno y que investiga datos y fechas, actuaciones y correos intercambiados en procura de un sólido argumento para demostrar que David Sánchez –alias David Azagra- sabía mucho antes de ser convocada la plaza, que sería para él porque determinados funcionarios de la institución la estaban preparando cuidadosamente para que la ocupara. ¿Es posible que Piqué no se llevara ni un duro en la operación de la final de la Supercopa y que todo fuera un ejercicio sin valor ni ventaja? Es posible y serán los tribunales los que determinen si así fue. ¿Es posible que David Azagra se afanara en buscar un piso acomodado en la ciudad por el mero placer de tenerlo sin que la perspectiva de un nuevo trabajo aún ni siquiera constituido tuviera nada que ver en su maniobra? Pues también es posible como posible es que a las amigas del entonces todopoderoso Ábalos las contrataran por el mero placer de contratar sin que el entonces ministro y secretario general del partido tuviera nada que ver, pero estas son cuestiones que se dilucidarán en sala.
Lo que sí es evidente es que el acoso y derribo de la judicatura desde las esferas de la política activa parece que está tocando a su fin y que la campaña de denigración e insulto permanente que el colectivo de jueces ha padecido partiendo del Congreso e incluso del Gobierno que debería proteger su independencia y fiabilidad, ha advertido a todos los magistrados que, o reaccionaban con firmeza y valor, o serían triturados. Me da la impresión de que lo están haciendo y se han tomado muy en serio esta situación porque la campaña era cada vez más intensa y se estaban jugando el ser o no ser. Por ahí creo yo que va la cosa.
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