La triste celebración de la Constitución de este año

Publicado: 09 dic 2025 - 01:15

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Aquel 6 de diciembre de 1978 yo fui uno de los 632.902 ciudadanos con derecho a voto, el 3,4 por ciento del electorado, que votamos en blanco, porque queríamos Constitución, pero que, en la mayoría de los casos, hubiéramos deseado que previamente se nos hubieran preguntado si el Estado iba a configurarse como república o monarquía. Años después, el presidente Suárez confesó a la periodista Victoria Prego, cronista de la “Transición”, que, en su momento, como paso previo a la elaboración de la Constitución, se sopesó convocar un referéndum sobre la forma que debería adaptar la jefatura del Estado, pero que, tras las exploraciones secretas, no se llevó a cabo “porque se perdía”. Cabe recordar que ese referéndum no solo lo reclamaba la oposición, sino que el propio consejero de don Juan, Calvo Serer, lo proponía como modo de restaurar la monarquía, previa ruptura de los vínculos con el franquismo. Lo que a su entender hubiera sido un factor de refuerzo. Pero lo que se hizo fue justamente evitar que se pudiera planear, ni siquiera intelectualmente, el debate república-monarquía.

Una pieza esencial junto a las sucesivas leyes de la Reforma, fue el Real Decreto-ley, de 1 de abril de 1977 (BOE: 04/12/1977, n.° 87), sobre la Libertad de Expresión, que derogaba el artículo 2 de la Ley de Prensa de Fraga, de 1966, pero que establecía que la Administración podría decretar el secuestro de gráficos o documentos sonoros que contuvieran noticias, comentarios o información, en contra de la unidad de España, constituyeran demérito o detrimento de la monarquía o el prestigio de las fuerzas armadas. Funcionó la autocensura o la complicidad, para silenciar a los medios de comunicación, para evitar un debate nacional real y plantear la posibilidad de un referéndum sobre la continuidad de las previsiones de Franco. Una de las curiosidades que pasarían de la Ley de Sucesión de Franco, en contradicción con el marco general de la propia Constitución de igualdad plena entre hombre y mujer, fue la prevalencia primero sobre la segunda en la sucesión al trono, con independencia de la edad. Así fue.

Luego, leyendo los análisis de la Constitución del profesor Peces Barba, uno entendió que, pese a ello, debíamos amparar y ampararnos en la Constitución y acogerse bajo sus pliegues, porque, como entonces se dijo “aunque a todo no nos gustara a todos, a casi todos nos gustaba bastante”. Lamentablemente, como acabamos de ver en el presente, el actual Gobierno, y por ello el Estado mismo, se sostiene sobre una serie de socios que rechazan, combaten y califican incluso como “Régimen del 78” (clara alusión comparativa con el pasado) a nuestra carta magna, que reclaman, propagan, anuncian, requieren y exige su abrogación para reconvertir el Estado no sabemos muy bien en que: desde los más benévolos que proponen una confederación a otros que van directamente a un modelo de ruptura total, por entender que España es un mero agregado artificial donde el Estado se sostiene de modo forzado del que quieren salirse por completo y a todos los efectos. Las cesiones apenas han ido conformando a sus socios y sostenedores, a costa de ir desmembrando al Estado de competencias esenciales y que, por cierto, se supone que deberían formar la esencia de un partido socialista en cuanto a considerar que, con independencia de su vecindad civil, todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y deberes. Pero, por otro lado, está VOX, el otro extremo, a quien tampoco le vale la Constitución presente.

Por eso, otra vez, la celebración del aniversario de la Constitución ha sido una triste fecha, orlada de ausencias, divisiones y malas palabras entre unos y otros, lejos de, al menos, pacto de Estado, digamos moral, para celebrar la fecha. La Constitución no es perfecta, como no lo es ninguna sobre la tierra, pero ella misma es la garante de la posibilidad de reformar lo que sea necesario. No estuvo la extrema derecha de VOX, pero tampoco el resto de los partidos que sostienen al Gobierno de progreso, Junts, ERC, EH Bildu, PNV y BNG. Unos añoran el pasado y otros formulan propuestas que van en la dirección de convertir España es una especie parecida a los estados surgidos en Centroeuropa tras la caída del Comunismo y sus consecuencias como el guirigay de repúblicas balcánicas o parecido. No estuvieron este 6 de diciembre. Ni se les espera. Más que nunca esté día, uno se sintió cercano a la España centrada de Madariaga, sentada en la convivencia. Aquella "tercera España" como una fuerza mediadora, centrada en el respeto y el diálogo.

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