El traspaso que sí y el que no

Alfonso Rueda ha logrado lo que no pudo su antecesor en el cargo y 15 años después Galicia suma una transferencia del Estado, la tan anhelada del control y gestión de la costa, que dará más opciones a la Xunta para ordenar el litoral y evitar problemas con las empresas instaladas en las inmediaciones del mar, muchas y muy importantes. Cuando el acuerdo se haga efectivo, Galicia controlará las autorizaciones de concesiones y sus prórrogas. Se apunta un tanto el presidente gallego y de paso “muerde” en territorio BNG al “arrancar” competencias al Estado. Un éxito, desde luego.

Queda pendiente otra transferencia mucho más relevante o si se quiere de mayor impacto directo para los ciudadanos gallegos: el traspaso de la AP-9 a la comunidad gallega para facilitar la gestión y tratar que se convierta en una autopista sin peaje, como parece querer la Comisión Europea, que mantiene que la ampliación de la concesión supuso una violación de las reglas de competencias, y, por tanto, no es acorde con la normativa comunitaria, pero traba el Gobierno a base de informes y desmentidos. Y cifras cada vez mayores sobre el coste de la reversión de la AP-9, con la idea de que sea un imposible. Sobre este aspecto hay un acuerdo unánime del Parlamento de Galicia, y un veto del PSOE desde el Gobierno y en el Congreso, la enésima prueba de la flexibilidad de la palabra de Mr PS, el auténtico hombre de goma, capaz de decir una cosa y la contraria tan tranquilo. Sus compañeros del PSdeG notan en las urnas el resultado de tal estrategia demoledora. El anuncio del inicio del largo proceso para la nueva autovía a Porriño difícilmente va a cambiar las cosas. Si hay suerte, decisión política y presupuestos, en ocho años se podrá ir de Vigo a Porriño sin jugarse la piel ni la cartera.