Teorema de la indivualidad

Publicado: 24 jun 2025 - 04:30

Hace relativamente poco, he leído por ahí unas declaraciones formuladas por una de estas nuevas gurús de la actitud social, la tendencia y la moda que llaman influencers, la cual se quejaba amargamente de percibir en el ambiente una creciente fobia a todo lo que suene a catalanes. Ella lo es, evidentemente, y proclama su desconcierto y su enojo al comprobar el carácter bizarro de los mensajes que recibe cada vez que se expresa en su lengua materna, una situación que debería hacernos reflexionar a todos pero especialmente a los ocho millones y medio de personas que viven en Cataluña y los que andan desperdigados por el mundo adelante.

La realidad es que si bien y probablemente se percibe una cierta animosidad a todo lo que suena a catalán en algunas otras comunidades de España -y eso no es bueno- no es el resto del país el único responsable de que este sentimiento se genere y lo más justo para equilibrar las quejas de la influencer y las de muchos otros que las comparten, es convencerse de que una parte de esa animadversión que pueda percibirse en determinados núcleos peninsulares se debe también a una actitud generada en Cataluña cuyo lema más compartido y recitado durante mucho tiempo ha sido el injusto de “España nos roba” aunque luego se comprobó que quien realmente robaba y a manos llenas era la familia Pujol cuyo cabeza de familia era don Jordi que desde su atalaya de la presidencia de la Generalitat se lo llevó a paladas.

Cataluña –y es justo reconocer que desde su indudable catalanidad activa la presencia del discreto y responsable Salvador Illa ha contribuido muy mucho a calmar las aguas- no ha sido precisamente estos años un ejemplo de servicio, discreción y solidaridad con el resto del país y su apuesta por el independentismo unida a su permanente y persistente insistencia en acapararlo todo genera no solo desconfianza en el resto de un país que espera ser tratado del mismo modo, sino una antipatía producto del carácter individualista y en muchos casos despectivo para el resto de sus habitantes de los catalanes que han confundido con frecuencia la legítima defensa de sus hábitos y costumbres con una imposición que al resto le suena forzosa, impuesta y autoritaria.

No es bueno que esta situación se prolongue pero cada uno debe poner de su parte para curarla.

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