Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Pues, dilecta leyente, parece que esto de las muertes por encargo se está poniendo de moda en nuestro país, aprovechando las facilidades de las redes sociales. Y es que Internet es un arma de doble filo, dependiendo del uso que se le quiera dar.
Los dos últimos casos conocidos en Galicia fueron en la provincia de Orense. Uno en Verín y otro en la misma capital. En el primero, ocurrido en 2.011 la víctima fue un camionero que murió como consecuencia de una paliza de un matón portugués contratado por su esposa. En el segundo, ocurrido en 2.009, Sonia C.P. de 37 años, contactó con un sicario sudamericano, al parecer para apiolar a su ex novio, que se salvó por la denuncia de un testigo, y cuyo juicio está previsto para el 27 de junio.
Los usuarios de este tipo de servicios suelen ser personas de clase media, pues los económicamente débiles tenemos que hacerlo todo nosotros con nuestras propias manos. En este caso se suele recurrir al chambo o trueque. Yo me cargo al tuyo/a y tú al mío/a. Así la policía no encuentra la relación ni el móvil entre el autor y la víctima y hay más posibilidades de que el crimen quede impune. Lo que llamaríamos el crimen perfecto. Claro que para que este sistema tenga éxito hay que estar muy seguro de que la otra parte cumplirá su cometido y lo hará bien.
Cuando se mata por dinero ya no es homicidio, sino asesinato, que es un delito más grave. Y responden con la misma pena tanto el autor material como el inductor/a. De 15 a 20 años de talego, si se llega a consumar, pues puede que el sicario sea poco profesional, se arrepienta y vaya con el soplo a la bofia. En cuyo caso, el otro ya no sería inductor, sino que incurriría en la figura de proposición para el delito, que rebaja la pena en uno o dos grados, que con un poco de suerte se quedaría en algo más de tres años y medio.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta el posible exceso en la conducta del inducido. Si se pasa varios pueblos de lo acordado, del exceso no responde el inductor, salvo que el resultado fuese previsible.
El precio de estos trabajos oscila, por lo que es recomendable acudir a un rastreator.com como el de los seguros de coches. Así el sicario sudamericano parece que cobraba 700 euros y el portugués 7.000 (diez veces más). En cualquier caso, el rastro del dinero de la operación puede ser un eficaz chivato para los investigadores.
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