El sector naval, “de dulce”

Publicado: 03 dic 2025 - 11:37 Actualizado: 03 dic 2025 - 11:47

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Dulce. Según el diccionario de la Real Academia Española, es algo con sabor agradable al paladar, por su dulzura o por el placer que genera al consumirlo. Más allá de su significado gastronómico, muchas veces utilizamos este vocablo en nuestro día a día para, en países de habla hispana, por ejemplo, para referirnos a “Andar con plata en el bolsillo, tener dinero disponible para gastar”. Pero, sobre todo, “Estar en un momento dulce” hace referencia a un estado de ánimo positivo: es una forma de expresar que todo va bien en nuestra vida, en una actividad o en una realidad concreta de ese momento.

Pues así de “dulce” está el sector naval en España en estos momentos. Basta con dar un paseo por Beiramar en Vigo, para ver las gradas de los astilleros llenas de estructuras y barcos en plazo para su entrega. Barcos de pesca de última generación, buques oceanográficos, yates de lujo, embarcaciones de defensa y vigilancia, y unos empresarios que no dejan de reinventarse desde sus atarazanas.

Si en los años difíciles de principios de la década pasada a nuestra industria marítima no le quedó otra que arriesgarse y salir a mercados exteriores (ahí tenemos numerosos ejemplos de firmas españolas que son referencia en los mercados internacionales), para seguir siendo competitiva, la situación es hoy muy diferente.

Somos competitivos en muchos segmentos de mercado y nuestro know how es valorado en todo el mundo. Si vemos la cartera de clientes de nuestros astilleros, son en su amplia mayoría internacionales, y no necesariamente europeos.

Si somos inteligentes, y los directivos de los grandes astilleros y su industria auxiliar también lo son, (y lo sabemos por experiencia propia en el día a día de Navalia), debemos aprovechar este momento para no quedarnos rezagados.

Si queremos ser competitivos y seguir a la vanguardia, son varios los temas que se están tratando en estos momentos en diferentes foros, como ya sucedió en la última edición de Navalia Meeting celebrada en Cádiz. Y de ellos, dos destacan especialmente:

1. La falta de profesionales en todos los perfiles y niveles del sector.

Vemos como en el día a día, se está poniendo de relieve esa necesidad de contratar a numerosos profesionales (tanto de los llamados, en mi época de universitario, de cuello blanco” o los “de cuello azul)” y las dificultades que están teniendo las empresas para cubrir dichos puestos. Por un lado, porque no estamos sabiendo “enamorar” a las nuevas generaciones con un mundo relacionado con el mar. Y por otro, debido al momento álgido que hace que la demanda de mano de obra crezca más rápidamente que la oferta.

2. La falta de definición en cuanto a combustibles alternativos para cumplir con los objetivos de descarbonización.

Llevamos años oyendo esa jerga relativa a los combustibles. Si en los primeros años de Navalia, allá por el año 2006, no había otra opción que el combustible tradicional, a lo largo de varias ediciones hemos visto la evolución de los mismos, pasando por el GNL a, en la última edición de la feria en 2024, tener jornadas específicas sobre el hidrógeno verde o el amoníaco. Y en este sentido, puede que no tengamos todavía definido ese futuro tan cercano y eso puede que nos penalice.

Pero independientemente del tipo de combustible, lo que si no tiene “marcha atrás” es el objetivo de emisiones cero y el uso de todo tipo de materiales y sistemas que hagan de un buque un transporte, seguro, limpio y accesible. Porque la industria naval también es Economía Azul.

En el espacio de Innovación que cada año dispone Navalia dentro del recinto ferial, hemos tenido proyectos de jóvenes emprendedores que han versado sobre barcos con placas solares, pilas, incluso alguno que usaba velas rígidas. A ello, hoy en día y, sobre todo, ante la situación geopolítica, se suman numerosos proyectos relacionados con drones y, en general, embarcaciones no tripuladas.

No quiero acabar sin una tercera realidad que no debemos desdeñar. El mercado de la construcción naval es global y, por tanto, enorme, diría que casi infinito. Pero, pese a ello, Europa solo representa en torno a un 8% de esta industria y, dentro de ello, Galicia, según los datos de los que dispone Aclunaga (de cuya junta directiva Navalia forma parte) supone poco más del 7-8%. Estos datos nos ofrecen una fotografía muy real del marco en que nos movemos. Por ello, la disputa comercial no debe estar entre nosotros, los europeos. Tenemos un ejemplo muy claro en el sector del automóvil y de dónde vienen nuestros competidores.

Por ello, aprovecho esta oportunidad para reclamar a las autoridades comunitarias claridad en las normas y, sobre todo, una defensa de lo que aquí se construye, sea en el mediterráneo, en las costas del oeste o más al norte de Europa. Si ya países de “perfil comercial” europeo pero que no forman parte de la UE son nuestra competencia usando, a veces, normas distintas a las que nos imponen comunitariamente, será difícil competir con otros mercados con legislaciones muy diferentes. La industria naval de la ría de Vigo y Pontevedra son un referente y contribuyen a hacer marca Galicia y, por qué no decirlo, marca España. Ese estado positivo del que hablamos al principio no podemos perderlo.

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