José Teo Andrés
Muchos los demandantes…
Los libros que cuentan los sucesos de la intrahistoria nos han señalado repetidas situaciones aceptadas sin debate aunque muy dudosas por su carácter y procedencia y muy posibles de ser en realidad falsas. La posibilidad de que en septiembre de 1832 la infanta Luisa Carlota le arrebatara el codicilo que anulaba la Pragmática Sanción a Calomarde, lo hiciera trizas y, a continuación, le propinara una sonora bofetada es muy remota, del mismo modo que suena a imposible que una ceremonia como el abrazo de Vergara que ponía fin a la I Guerra Carlista brotara de natural espontáneo sin haber sido previamente preparado. Seguramente la infanta Luisa Carlota no había llegado aún a La Granja cuando un grupo de cortesanos le pasaron a la firma el documento al rey Fernando, y es seguro que el abrazo de Vergara fue un acto teatral que se organizó tras la verdadera firma de la rendición carlista ocurrida en un cuartel tres días antes de la pantomima que forjó la Historia.
Se atribuye por ejemplo a Churchill la famosa frase “yo no he cambiado. El que ha cambiado es mi partido” cuando, harto de las excentricidades del extinto Partido Liberal, se pasó, a mediados de los años 20 del pasado siglo, a los conservadores a cuyas filas se incorporó definitivamente durante aquellos comicios y en cuyo triunfo participó desempeñando en la cartera de Hacienda.
Lo más razonable es que a Churchill no se le ocurriera una frase tan brillante como tampoco era suya la más popular aún de “sangre sudor y lágrimas”, pero las anécdotas históricas se aceptan como si fueran ciertas porque tienen su razón de ser. Por ejemplo, inspirar situaciones posteriores. Sospecho que Emiliano García Page le ocurre lo mismo que a Churchill salvando las naturales distancias, y los sentimientos que anidan en los desvanes políticos que guardan las esencias y fidelidades de ambos son muy parecidos. Page, un toledano licenciado en Derecho que se afilió al PSOE cuando todavía estaba cursando la carrera en Valladolid y no había cumplido aún veinte años, acaba de sumarse a la actitud de sus rivales políticos del PP, recurriendo la aprobación de la Ley de Amnistía ante el Tribunal Constitucional y explicando su decisión con una contundente sentencia que no admite duda: “el perdón no se contrata”. Acabará expulsado. Y yo creo que está deseando…
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