La presencia de la princesa de Asturias en Marín, reflexiones necesarias

Publicado: 20 ago 2024 - 03:54

Es evidente que la presencia de Leonor, princesa de Asturias, en Marín, va a despertar curiosidad e interés en la ciudad de Pontevedra y Galicia, al margen de otras consideraciones, por las indudables simpatías que genera la joven entre numerosas personas. El Real Decreto 173/2023, de 14 de marzo, por el que se regula su formación y su carrera, realmente condensada con respecto a lo que sería la de cualquier otro aspirante a oficial de nuestros ejércitos, marca con toda precisión su futuro. No se comprende que se insista en que será una alumna más, cuando el propio Real Decreto citado dice que va a recibir “una formación específica para su persona”, dada la función a que podrá estar llamada en el futuro, como su abuelo y su padre.

Sí que es cierto que su presencia en los centros de formación de oficiales viene a reforzar el papel cada vez más relevante de la mujer en las Fuerzas Armadas, cuyas oficiales se forman en los mismos centros docentes militares. Su carrera militar estará determinada por el Gobierno, que queda facultado para establecer un régimen propio y diferenciado, teniendo en cuenta de su condición de heredera de la Corona de España. El Gobierno dice que, nos obstante, el singular desarrollo de su carrera estará presidido por la transparencia, cosa que espera la opinión pública, teniendo en cuenta las asistencias especiales con las que va a contar.

Destaca que el diseño de esta singular carrera, desde su ingreso en la Academia General Militar el resto de su formación, se realiza saltando cursos sobre el orden ordinario de las carreras comunes, así, cuando deje Marín para ir a la Academia de San Javier se incorporará al cuarto curso. La fecha de antigüedad será la correspondiente a las promociones que finalicen sus estudios el curso académico 2026/2027 en las distintas academias militares, figurando a la cabeza de cada una de sus promociones, pero sin ocupar número en la plantilla. Y siempre irá por delante cualquiera de sus compañeros que vaya a ser promovido al empleo superior, sin someterse a las condiciones ordinarias en vigor.

En realidad, este modelo, ya empleado con Juan Carlos y Felipe, fue recuperado por el Gobierno y la Casa Real. Llama la atención que se eluda, aunque es difícil evitarlo, de dónde viene su origen, que sigue esencialmente, con las adaptaciones necesarias, el mismo esquema que se aplicó a su padre, y que fue el mismo que Franco acordó con don Juan de Borbón en su histórico pacto a bordo del “Azor” para la venida a España del que sería sucesor a título de Rey, y no de su padre, como éste esperaba. Según reveló Sainz Rodríguez en sus memorias (consejero de don Juan y ministro que fue de Franco), ya que el ahora rey abdicado (que no emérito, sino con tratamiento de honorífico), estaba destinado, por voluntad de su padre, a estudiar Sociología en Lovaina. Y, como fue en el caso de su padre y de su abuelo, la carrera militar de Leonor no será exactamente como la de cualquier otro cadete, porque como aquéllos la acompañará un edecán o preceptor en todo momento, que viene a ser una especie de tutor especial. Lo tuvo Juan Carlos y lo tuvo Felipe.

El concepto de “Rey soldado”, término que en España fue introducido por Cánovas para arropar a Alfonso XII, ha sido adecuadamente aclarado por el profesor Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional, que ha corregido algunas manifestaciones de Juan Carlos I en alguna Pascua Militar, donde hubo que recordarle los límites de un rey constitucional con respecto a la política de defensa que es competencia del Gobierno del Estado, separando lo simbólico de lo efectivo, que no todos parecen tener claro, salvo protocolariamente. Insiste en ello Torres del Moral al encuadrar el alcance del rey como jefe supremo de las Fuerzas Armadas. No vaya a ser que por error o entusiasmo se vuelvan a cometer los errores de alcance. Sorprendió que antes de acudir al Congreso de los Diputados para jurar la Constitución y ser reconocido como jefe del Estado, Felipe VI recibiera en la Zarzuela a los mandos superiores de los Ejércitos, la Armada y la Guardia Civil, hecho que los constitucionalistas creen que debería haberse celebrado después, y no antes de presentarse en acto civil, ante los representantes de la soberanía nacional, donde ésta reside. La faja de general, como elemento estético, pudo ser un acto privado de imposición de atuendo por su padre, sin preterir a los diputados y senadores, como se hizo y los constitucionalistas señalaron y advirtieron.

Contenido patrocinado

stats