Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
El comportamiento de Víctor de Aldama tras abandonar la prisión en la que estaba confinado a cambio de una confesión en toda regla de sus relaciones con el mundo de la alta política y sus negocios y comisiones, se parece cada vez más a una partida de cartas en la que el comisionista está ganando una y otra mano a cuenta de tirar triunfos a cada baza que sus oponentes ponen sobre el tapete. No había estado nunca con Sánchez y sacó a pasear fotos en las que ambos sonreían abrazados. No se había visto nunca cara a cara con Ábalos y exhibió unas fotos en las que estaba sentado a su lado. Apenas se cruzaba con Begoña Gómez y resulta que eran uña y carne. Nunca había cruzado una palabra con Reyes Maroto y mostró unos correos en los que se advertía un trato afectuoso y familiar entre él y la ministra que sugieren complicidad máxima. Ahora le toca el turno al ministro de Política Territorial y antiguo responsable máximo del gobierno de Canarias del que Aldama argumentó que le había solicitado una mordida de 50.000 euros para agilizar el trámite que él se negó a abonarle. Aldama ha sacado triunfos otra vez mostrando la cadena de mensajes que intercambiaba frecuentemente Koldo como intermediario del comisionista ante Ángel Víctor Torres al que exigía el pronto pago de los lotes de mascarillas, y los muchos contactos mantenidos con su actual jefe de Gabinete Antonio Olivera, que en su momento fue segundo de a bordo del ejecutivo canario con el que Koldo se entendía directamente para determinar la marcha de las subastas.
La situación no es precisamente benéfica con el ministro canario en torno al que el cerco se estrecha cada vez más, con los teléfonos claves descerrajados por la UCO y la responsabilidad política a flor de piel por mucho que el ministro trate desesperadamente de librarse de una situación tan desairada. Sin embargo, la clave de esta cada vez más desagradable cuestión es el error cometido por Sánchez al convertir a José Luis Ávalos y su inquietante perfil que nadie desconocía, en personaje clave cuyo poder se extendía a todo. Ávalos fue ministro de Fomento –el ministerio con el mayor presupuesto y capacidad de influencia de todo el gabinete- al tiempo que secretario de Organización del PSOE lo que le convertía en controlador, gestor y administrador del aparato del partido del Gobierno y del Estado. El perro de presa para lo que hiciera falta era Koldo y lo demás es fácil de imaginar.
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