París bien vale una misa

Publicado: 13 dic 2024 - 08:54

Si bien desde el punto de vista estrictamente oficial el conato de enfrentamiento entre el ministerio de Asuntos Exteriores y la Zarzuela se ha dado por concluido satisfactoriamente para ambos en el viaje de Estado cursado a Roma, la realidad es que, como viene sucediendo desde hace tiempo, al ciudadano de a pie –que es el que sufraga con sus impuestos todos los gastos que genera el estamento político, administrativo y parlamentario incluyendo la Casa Real- no se le ha explicado nada de nada a pesar de la mucha sorpresa que ha causado en ciertos ámbitos sociales el modo un tanto enérgico y ligeramente faltón con los que el ministerio se ha quejado de la ausencia de representación en Notre Dame de París.

La triste realidad es que las diferentes situaciones que han precipitado la composición del gabinete nos han deparado un equipo ministerial que no es homogéneo y que, por tanto, no actúa al unísono. De otro modo no se comprende que el ministro de Cultura recibiera una invitación y no lo pusiera en conocimiento de sus compañeros de equipo para que la representación del Gobierno español en París estuviera garantizada y con la altura necesaria que merecía el compromiso. Como los integrantes de este alegre grupo de personajes de diferente pertenencia suponen que los administrados somos todos completamente imbéciles, apelan a vaguedades e inconsistencias para explicar las cosas y Pilar Alegría se convierte en el último eslabón de la cadena cuando se sienta en el sillón de la sala de prensa de Presidencia para hacer balance, un balance que, indefectiblemente apuesta por otorgar a los hechos –sean los que sean- el valor que desea otorgarle el Gobierno. Aunque la ausencia de representación española es un hecho grave en sí, Alegría le quitó trascendencia y como siempre culpó del desafuero a los demás, pasó página y hasta la próxima. Luego hemos sabido que el compromiso familiar de Urtasun era marcharse al circo y que Albares podría haber acudido a Paris si las cosas se hubieran hecho medianamente bien.

El Rey no puede viajar al exterior si no lleva mandato previo del Gobierno y la exclusividad de las invitaciones es otra muletilla que se ha improvisado por el camino. Lo de la huida de Sánchez de Valencia mientras los reyes aguantaron a pie firme pasa mucha factura. Por ahí debe ir la cosa.

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