Ojo con el Lagares

El Lagares es un río pequeño, de aguas tranquilas y en general poco caudaloso, aunque lleva una carga de peligro que al parecer se desata de promedio una vez cada diez años. La última ocasión, en 2016, cuando quedaron anegados todos los terrenos entre Castrelos y la desembocadura, con graves pérdidas para la industria. En la anterior, a principios de siglo, fue incluso peor y resultaron inundadas docenas de viviendas que se levantan demasiado cerca del cauce, normalmente un hilo de agua, en otras ocasiones un torrente que llega desde lo alto de Peinador con enorme fuerza. Es cuestión de tiempo que se repita la imagen y sobre ello hay estudios que así lo certifican, el más reciente realizado por Augas de Galicia, que insta a realizar una obra en los márgenes ante una crecida que podría resultar muy peligrosa. El riesgo es alto y la solución está en la mano, pendiente de ratificar un convenio entre la Consellería de Medio Ambiente y el Concello para compartir gastos de una actuación importante. ¿Por qué no se ha firmado? Misterio vigués.

Pasa lo mismo en el Miñor, que atraviesa Gondomar, Baiona y Nigrán y que en varias ocasiones se ha mostrado como un río capaz de anegar extensas tierras y provocar terribles daños. Ha sucedido en varias ocasiones y con seguridad se va a repetir. Estamos ante una catástrofe evitable que solo depende de la voluntad política.

La cuestión no es si va a haber una crecida o no sino cuándo y de qué dimensiones. Y qué medidas se han tomado para evitar sus efectos o aminorarlos. Galicia no es Valencia, pero las posibilidades de una inundación en el Miñor y el Lagares son altas.