La nueva Guerra Fría

Publicado: 13 sep 2025 - 09:14

En los tiempos de la Guerra Fría, la embajada de los Estados Unidos en Berlín lindaba tabique con tabique con la de Unión Soviética a la que flanqueaba por el otro lado, la oficina central de la compañía Aeroflot. Era un paisaje clásico de novela de espionaje en un tiempo en el que las novelas de espionaje y las películas del mismo género triunfaban por todo lo alto, con autores tan prestigiosos como los clásicos John LeCarre, Graham Green o Frederick Forshite que escribieron obras maestras capaces de tenernos a todos los lectores con el alma en vilo ante la intensidad y la trascendencia de sus fotogramas y de sus páginas.

Las maniobras organizadas por la Rusia de Putin en las mismas barbas de la Unión Europea aderezadas con un ataque por sorpresa al interior de Polonia que ha cerrado sus fronteras del Este, han desatado los recuerdos sobre la Guerra Fría, aunque todos ellos y sobre todo sus condiciones carecen de la sombría lírica, el acento poético y el sincero homenaje a la filosofía de perdedores que caracterizaban a la cinematografía y la literatura que narraba aquel escenario profundo y emblemático lleno de sabores, olores y sensaciones como muchos pudimos disfrutar contemplando obras maestras como “El tercer hombre” que me parece una de las películas más grandes jamás filmadas.

La nueva Guerra Fría que propone Putin carece de poesía y de mítica como la que había entonces. Como el viejo rival, contrapunto y contrapeso de aquel tiempo es ahora otro majadero vanidoso como Trump en una nación que vuelve al viejo hábito de asesinar a tiros a sus políticos y que se desmorona a cada paso, el ámbito en que se aspira a impulsarla no tiene ni la gracia ni la calidad humana de la antigua y no va a ofrecernos materia para cantarla, narrarla o filmarla. No nos va a ofrecer materia para crear personajes como el tímido y misógino agente George Smiley, al que terminan ascendiendo a la fuerza a director del MI6 para que acabe con un agente soviético ejerciendo de topo desde el interior del servicio secreto británico. Hoy todo se hace con prisa y sin prestancia, zafio y sin nobleza. Todo se hace por las bravas y ni siquiera puede ni imaginarse una buena relación personal entre los responsables de la CIA y el KGB como lo era antes. Putin, paradójicamente, era funcionario del último citado.

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