Nuestras tradiciones de difuntos invadidas por el “Halloween”

Publicado: 02 nov 2024 - 05:44

Yo prefiero la tradición romana y en todo caso, la del Samaín gallego, de origen celta, sin el carácter norteamericano. Yo prefiero nuestras celebraciones de difuntos y de todos los santos de toda la vida. Y explico el porqué. Nos sobran las de origen celta, romanas y cristinas para dejar eso del “halloween”, fiesta americana que para colmo de la estupidez se ha extendido con todos sus usos. Es la prueba de la estupidez de países, como España, que, teniendo sus propias tradiciones de difuntos y antecedentes propios, asume lo que introdujeron las profesoras de inglés a partir de los años setenta. En Galicia tenemos nuestras propias tradiciones de origen celta, que fueron llevadas a América por los emigrantes irlandeses. En todo caso, siempre será mejor lo original que lo ajeno a nuestra cultura.

Por fortuna, mis nietos no celebran el “Halloween”, sino “O Samaín”. Aunque, como decía Cunqueiro, hay mucha leyenda en cuanto a los celtas, yo también prefiero las tradiciones de origen romano. Samaín proviene de la palabra gaélica ‘Samhain’, que significa ‘fin del verano’. Y en este sentido, los celtas celebraban el final del verano y de las cosechas con diferentes ritos que han recuperado de manera bastante extendida. Entre nuestras tradiciones, prefiero la de la “Santa Compaña” o comitiva de difuntos. Cunqueiro decía que él la viera de blanco, porque era partidario de los albariños; pero Castroviejo, que gustaba más del tinto, decía que éste era el color de sus túnicas.

Nuestras tradiciones y costumbres fúnebres tienen mucho que ver con la “Parentalia, romana, en la que la familia, los parientes (de ahí su nombre) se reunían para rendir honor a sus queridos fallecidos. Se celebraba del 13 al 21 de febrero. Estas fiestas se realizaban en las domus (casa, hogar). De hecho, los romanos estaban muy ligados al culto de los Lares, es decir, divinidades vinculadas al culto doméstico. A la Parentalia seguía a Feralia, que era de carácter público. Como recuerda Ovidio en el segundo libro de los Fastos, el término Feralia estaba relacionado etimológicamente con la costumbre de “llevar” (en latín: fero) regalos a los muertos. Se llevaban ofrendas a las tumbas de sus antepasados fallecidos que consistían en: una vasija de barro, guirnaldas de flores, espigas de trigo, una pizca de sal, pan empapado en vino y violetas disueltas. Esta es nuestra tradición.

El origen del Día de los Difuntos se encuentra en el año 998, cuando fue instituido por el monje benedictino San Odilón de Francia. Esta celebración que tiene lugar el 2 de noviembre fue adoptada por Roma en el siglo XVI y a partir de entonces comenzó a rememorarse entre los católicos de todo el mundo. Después de la festividad del 1 de noviembre, fecha en la que se celebra el Día de Todos los Santos, se conmemora en el calendario eclesiástico, el Día de los Difuntos. Se trata de dos acontecimientos que en ocasiones pueden llegar a confundirse, pero que presentan diferencias, a pesar de que en ambas se rememora a los seres queridos. Así que nada de Halloween. Lo nuestro son “Todos los santos y difuntos”, la tradición romana cristianizada.

Roma nos inculca y enseña el protocolo para que el fallecido, o mejor dicho, su alma, no ande vagando por ahí. A los muertos había que darles un descanso adecuado. Pero la americanización ha convertido con eso del “Halloween” en una fiesta de disfraces. Roma nos enseña lo que nuestros abuelos siempre han practicado, desde el traslado del difunto, su velatorio, el entierro o cremación, el elogio fúnebre, la sepultura Si no se hacía de esta forma y en ese orden, su alma jamás descansaría en paz. La incineración era la práctica más común en la Antigua Roma. No es hasta el Siglo I cuando se inició la inhumación –o enterramiento- como método único, ya que así, el cuerpo quedaba en la tierra y su alma se marchaba con Dios. En la Antigua Roma, la muerte era considerada el paso hacia una vida nueva. Por lo tanto, había que celebrar, a la vez que llorar, la partida del ser querido. Además, cada aniversario del día de la muerte, se celebraba con un banquete en conmemoración al difunto para recordarlo.

Ahora, hemos recuperado en algunos casos la frase “sit tibi terra levis”, que significaba “que la tierra te sea leve”. Se tallaba en forma de abreviatura: S.T.T.L. En esto de la muerte, los romanos eran muy serios.

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