Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Esta no trata de ser una columna de lifestyle, ni de periodismo social o información pura y dura de la actualidad, es una reflexión que muchos nos hacemos sobre lo verdaderamente importante o lo efímero de nuestras vidas profesionales.
La apuesta del jueves por la noche en la Plaza Mayor de Madrid de Carolina Herrera ha sentado precedente no solo en el mundo de la moda sino en la herencia de las personas. No fue un desfile al uso, una presentación de su última colección y de su perfume nuevo, sino el recorrido por una trayectoria profesional llena de pasión, buen hacer, elegancia y calidad humana. CH nos enseñó esta semana que la constancia, la dedicación, los sueños y las metas se hacen realidad porque “El querer es poder”. Un planteamiento que es el responsable del triunfo, la normalidad laboral o el fracaso. Una máxima que en la moda va más allá de horarios, inversiones, tendencias, equipo o logística. Y es que es aquí, en el sector textil, donde la dualidad de lo tangible y lo intangible se dan la mano para crear marca. Decía hace años José María Castellanos, que el producto sin marca no tiene sentido. Y así es, la marca es lo verdaderamente importante, es lo que se mantiene con el paso del tiempo. Atrás quedan mis conversaciones con Mª Jesús Escribano cuando esta regentaba el CDM y decidía ayudas para las empresas de confección, y es que nunca nos poniamos de acuerdo en cuanto lo que era más importante para aprobar una subvención: lo tangible o lo intangible.
Este desfile centró cátedra: lo intangible es lo que verdaderamente perdura.
Carolina no estuvo presente en el evento, dio paso a la siguiente generación: sus hijas, pero ahí estaba la marca con sus duros inicios, sus triunfos en Nueva York, sus crisis, su capitalización que la hizo internacional y cada puntada en su taller.
Yo tuve la suerte de participar en la llegada a España de la venezolana, de la mano de Antonio Puig y de Pilar Echeverría, cuando Mundo Novias me encargó de la comunicación de las primeras colecciones españolas de la línea nupcial. Y ahí conocí a una Carolina que no se amedrentaba ante nada, con sus aciertos y errores asumidos, dirigiendo su equipo y a la vez, agachándose a coger un dobladillo. La esencia pura de la moda: el valor, tangible e intangible, del trabajo creativo.
La noche del jueves en Madrid fue la comunión de esas dos características que los verdaderos genios saben cómo manejar y, de ese saber estar, que deberíamos aprender todos.
Y eso me lleva a una cuestión ¿A estas alturas, alguien todavía se pregunta qué es la moda? Habría muchas definiciones más allá de las tendencias y de las ventas. La moda vendió ese atardecer en la capital de España algo más que elegantes vestidos de noche, cortes impecables en trajes, infinitas faldas de gasa o combinaciones arriesgadas de estampados. CH vendió España, Madrid como destino, la industria de nuestro país y el carácter español lleno de genialidad.
En mi recuerdo, aquel maravilloso desfile de Francis Montesinos en la Plaza de las Ventas, en 1985; paralelamente la primera presentación de Adolfo Domínguez en el George Pompidou de París o el desembarco del grupo Galicia Moda en el Palais de la Ópera. No fueron simples eventos, fueron el comienzo del éxito de la moda “Made in Spain” con una portada de L’Uomo Vogue dedicada a Juan Carlos I. El camino de lo tangible e intangible de la mano.
“¡Qué jóvenes éramos, apenas 20 años!”, me recordaba Nuria, hija del gurú de Galicia Moda, Luis Carballo. Cuarenta años después, todo continúa, y lo que funciona o no funciona depende de eso: de la marca. “El estar de moda”, que se dice, y que es más previsible y está más orquestado de lo que podemos creer. Nada nace por generación espontánea, y Carolina Herrera lo ha demostrado.
Yo debería haber estado allí, ese jueves por la noche, pero le dejé paso a mi hija y es que el tiempo pasa irremediablemente. También me esperaban esa misma “soirée” en la fiesta del 35 aniversario de la revista Ejecutivos, que convocó a los grandes empresarios del país, pero preferí quedarme en Balneario de Mondariz a soplar las 55 velas de Ricardo Fuciños en compañía de nuestro equipo. Y es que lo tangible e intangible, unidos, me parecen la esencia de nuestra propia marca.
Amalia Gallego
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