Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
La hipótesis ya convertida en realidad de que un asesino ha sido identificado y cazado in fraganti por la policía mientras metía el cadáver de su víctima en el maletero de su coche gracias al ojo mágico de Google, nos proyecta a ese siglo futuro avistado en las novelas de ciencia ficción en el que todo está sometido a la detección del que todo lo ve. La buena noticia es que ese gran hermano que llega donde nadie llega y todo lo escruta y lo vigila ha servido para que ya no quede rincón del mundo por conocer y que si uno no se mete en el coche una mañana y decide marcharse conduciendo plácidamente hasta Pernambuco no es porque no pueda hacerlo pues para eso está el planeta cartografiado en imágenes en su totalidad, sino porque a uno le da un pelín de pereza. Hay quien está expectante y preparado para cuando le digan que Google ha conseguido por fin identificar y fotografiar al monstruo del lago Ness en su existencia cotidiana saliendo del agua tranquilamente para dar una vuelta por los alrededores con su familia, o cuando nos muestren fotografías irrechazables del arca de Noé colgada de una cornisa oculta allá en cualquier recodo del monte Ararat que hasta la fecha se nos había escapado porque todavía no había medios para ello.
La imagen del vecino de un pueblo modesto y a medio habitar en la Andalucía profunda llevando en brazos un bulto cubierto por una sábana que resultó ser el objeto de su delito nos advierte muy seriamente de que hay que pensárselo dos veces a la hora de cometer un crimen porque te pasa por las cercanías el automóvil blanco ese que lleva cámaras hasta el parachoques y te cuesta veinte años y un día. El ámbito para hacer el mal se modifica tan rápido como las modas en la música y en el cine lo que, bien mirado, no está precisamente del lado del delincuente y se lo hace cada vez más difícil. Y, como no podía ser de otro modo, la polémica está servida. O identificar al malo o el repetido y temido inconveniente de que con las nuevas tecnologías la privacidad se ha ido a la mierda y te pueden escudriñar sin que te enteres. Lo que cantaba Police ya no es una canción sino la crónica de un hecho cotidiano. Convendría debatir con propiedad y justeza las fronteras.
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