Mozart lleva botas de fútbol

Publicado: 06 dic 2024 - 20:33 Actualizado: 06 dic 2024 - 20:36

Los que lo hemos visto jugar desde que era juvenil lo sabemos: el Celta tiene a un Wolfgang Amadeus Mozart moderno con botas de fútbol que dibuja acordes prodigiosos cada vez que encara la partitura del terreno de juego. Su imaginación infinita traza notas mágicas en su piano de verde césped. Simplemente, Fer López es especial.

Su segunda aparición con el primer equipo en la Copa del Rey fue en línea con su talento. Dos goles -pudieron ser cuatro- y una sensación de maravillosa superioridad técnica y física. Lo que viene a ser su día a día esta temporada en Primera Federación, una categoría por encima -muy por encima- de la Segunda RFEF en la que milita en Salamanca, rival copero del pasado martes.

Por esto -y mucho más- conviene mantener la calma con Fer. Subirlo repentinamente al primer equipo podría hacerle más mal que bien. Primeramente, porque todavía no ha culminado su desarrollo físico. No hace tanto tiempo que era un niño más bien bajito, con problemas de resistencia. Un estirón repentino de 13 centímetros en la pandemia lo cambió todo. Y luego ha seguido creciendo -mide 1.88-. Todo esto trae aparejados problemas de coordinación que se van paliando poco a poco. Esto unido a un programa físico específico para ganar fuerza. Por todo ello, parece mejor idea seguir encadenando 90 minutos cada fin de semana en una categoría tan exigente como la Primera Federación, acostumbrándose a ser dominador en ella, a asumir el liderazgo de su equipo mientras se complementa con entrenamientos y minutos a las órdenes de Claudio que abandonar la dinámica del filial y correr el riesgo de pasar varios fines de semana con participaciones testimoniales que entorpezcan su progresión.

El Mozart original fue usado por su padre como espectáculo intinerante. Como niño prodigio que era -compuso sus primeras obras con 4 años-, viajó junto a su progrenitor y su hermana por toda Europa, dando conciertos en todas las cortes reales del continente y fraguando una fama internacional. Desgraciadamente, eso no se tradujo en una adultez plena de éxitos y la descomunal gloria como miembro de la santísima trinidad de la historia de la música -junto a Bach y Beethoven- no vendría hasta después de su era. Amadeus murió con 35 años sin poder terminar su majestuoso Réquiem.

Por eso, hasta con los niños prodigios se debe ir con calma. Lo más importante de todo, lo que muy pocos poseen, lo tiene Fer. Ese talento tan especial, que llama la atención de cualquiera que lo ve por primera vez solo con tocar una pelota. A partir de esa base tan sólida se debe seguir trabajando tal y como hasta el momento. Hace dos años tenía ficha en el Gran Peña y empezó a asomar en el filial. El año pasado competía el puesto con Raúl Blanco, con muchas suplencias. Este año es el líder absoluto del equipo y un capo en la categoría. Mañana, una referencia del Celta con todos los atributos para marcar una época. Larga vida a Fer Amadeus López.

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