Morante de La Puebla y Alcaraz, gladiadores modernos

Publicado: 11 jun 2025 - 05:30

Los días de júbilo escasean y tal realidad fomenta intensifica los ¡vivas! y los aplausos unánimes y verdaderamente sinceros a Carlos Alcaraz y Morante de la Puebla. Tenista y torero son españoles de ¡hurra! que nos apartan de la batalla judicial que coloca el espíritu patrio a mínimos históricos. Ellos son nuestros gladiadores modernos, los profesionales sensuales de este país que el mismo día que París se rendía ante el bicampeón de Roland Garros el coso madrileño de Las Ventas abría la Puerta Grande para dejar salir en procesión de reconocimiento a Morante de la Puebla.

Del 8 de junio, Corrida de la Beneficencia y cerrando San Isidro, no va a quedar la foto de la vuelta al ruedo sino los dos kilómetros y medio del maestro sevillano a hombros de los aficionados hasta llegar a su hotel. Una levantá humana como símbolo de triunfo. Hubo lágrimas del santo y a decir por lo que vimos abundan los jóvenes que hablan de parar, templar y mandar a pesar de las críticas y controversias a nuestra cultura. Juventud aficionada en pie que practica su afán callejero y en la que podría aplicarse la metáfora sobre un levantamiento contra el caudillaje. Ha sido la mejor campaña publicitaria en defensa del arte y la pasión que la tauromaquia tiene de habilidad, valor y dedicación. El maestro salió al balcón del hotel como político en final de elecciones que comparte la euforia de los concentrados. Marcando diferencia mostraba copa en mano, la misma mano izquierda que acababa de sentir la baba del toro antes de la estocada mortal.

El murciano de la raqueta se fue de juerga tras derrotar a Jannik Sinner en un partido épico y maratoniano. España sentada cinco horas ante el televisor contagiada del aplomo que demostró el deportista en el torneo sobre tierra batida más famoso del mundo. Al juego de resistencia Alcaraz nos mostró como gana en concentración, incluso, o, sobre todo, en un entorno hostil.

Toreo y tenis nos han traído sesión de terapia. Ventura y aventura como puntos neurálgicos en peligro de convertirse cualquier día en elementos de caja combinada donde se guarde el entusiasmo de sentirse vivos y orgullosos. Nos movemos cuando hay motivación y nos sale la fiereza, esa que tiene nombre de suerte de varas que nos permite comprobar si crecemos o no ante el castigo. La suerte de varas es el termómetro de la bravura del toro y debe entrar al picador al menos dos veces porque la primera el animal no sabe de qué se trata.

Toca rendirse ante estos dos grandes. Marcan la diferencia, el valor y pases naturales con naturalidad. En la arena y en la pista, la bravura ha hablado. Dos hombres, dos mundos, un mismo pulso que hace vibrar la fibra de una nación que aún sabe celebrar la grandeza. Carlos Alcaraz y Morante de la Puebla, destreza y arte, hierro y resistencia, llevan sobre sus hombros el eco de los vítores que se niegan a apagarse.

Que el aplauso se extienda eterno, como eterno es lo que nos hace sentir lo que acontece. Que cada saque impecable y cada muletazo magistral, encuentren la autoestima de esta España que confía y aún sabe vibrar con lances de verdad naturales. La persona cae en nosotros y da el poderío cuando es de darle.

Mientras los ecos de los vítores siguen resonando en la arena y en la pista, la batalla judicial en España presenta como imputado al fiscal general del Estado, un nuevo episodio que viene a recordarnos que, en la arena política, la bravura también es puesta a prueba.

Contenido patrocinado

stats