Modelo Pontevedra vs modelo Vigo
Miguel Anxo Fernández Lores, histórico alcalde de Pontevedra, ha convertido su modelo de ciudad en una marca reconocible y premiada. Esta semana acaba de lograr otro galardón internacional y ya es el octavo. Aunque no todos son de la misma categoría, hay que concluir que su fórmula urbana ha tenido éxito y en Pontevedra ha sido asumida por todos los grupos como un hecho irreversible. En síntesis, la ciudad de Lores exige desplazar todo lo posible el uso del vehículo y convertir las calles en paseos peatonales. Este modelo ha sustentado sus 25 años al frente del Concello de la Boa Vila, un mandato que parece no tener fin, y que ha pasado por baches superados gracias a que el PSOE le echó una mano en varias ocasiones para evitar que el PP gobierne.
Así dicho parece sensato hacer que manden los peatones antes que los vehículos, pero resulta que Pontevedra es un caso singular, nada que ver con Vigo. El núcleo de la ciudad del Lérez se encuentra muy delimitado, concéntrico y plano, frente a las distancias kilométricas viguesas, acompañadas de otras más cortas pero sumamente empinadas. En Pontevedra parece tan fácil ir de un lado a otro a pie que ni siquiera cuenta con transporte público desde la desaparición de los famosos troles. Además, dispone de un envidiable casco histórico, el propio de una ciudad que fue capital en el siglo XIX. En cambio, en Vigo fue una buena idea el proyecto de ciudad vertical, que facilita los desplazamientos desde el mar hasta el monte, y estaría justificado un modelo tipo tranvía moderno con tramos soterrados, el famoso metro ligero que nunca se llegó a construir. El modelo Vigo incluye como pieza fundamental el mar, en el centro y las playas, inexistente en Pontevedra. La conclusión es que son dos ciudades que no se parecen en absoluto y, en definitiva, no vale la pena empeñarse en copiar.
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