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JULIO DORADO

Merlin y pandilla

Publicado: 20 ago 2015 - 13:20

Para llegar al nuevo hospital de Vigo hace falta un GPS. O un trasbordador espacial. Si no te pierdes. No hay ni una puta señal. Se han invertido millones, se ha dotado de los más modernos equipos, lo han inaugurado a bombo y pose los políticos y resulta más fácil atinar con la T-4.

El otro día fui en moto. Me habían advertido que fuera con tiempo suficiente, por si acaso, y me dieron como referencia el cementerio de Pereiró. Menos mal que no soy supersticioso. Al final, como si de encontrar una casa de tapadillo se tratara, tuve que recurrir a los vecinos. Cuando ya tenía a la vista el edificio, había una señal que ponía "Álvaro Cunqueiro". A secas. Meacordé de Merlin e familia.

Al llegar me vi abocado, impelido, forzado, casi coaccionado, a entrar el parking. Reitero que iba en moto. El sistema de trasporte menos invasivo. El que, como el bus, tiene preferencia en todas las ciudades. Para el cual se habilitan carriles y aparcamientos específicos. El que usan los repartidores, los carteros, los laboratorios clínicos, los policías, los médicos y los currelas de medio mundo. Pues no. No hubo más cojones que meter la moto en el recaudatorio público. Un señalero amarillo, tipo "follow me" (follame) me dio las instrucciones preceptivas: baja rampa, pie a tierra, coge ticket, póntelo en los dientes, busca hueco, aparca, y ocupa lo que un 4x4. Para salir la misma pérdida de tiempo. Pero pasando por caja.

Los que fueron en transporte público –para un vigués que viva en el centro, ir a pie es como hacer una etapa del camino de Santiago- me contaron también sus peripecias. Casi no hay autobuses. Ni paradas. Tampoco aceras. Ni arcén. Incluso los que viven allí mismo tienen que ir monte a través. Y los políticos a la greña, como siempre. Abel Caballero que si el parking "es un impuesto al enfermo". Los del PP que si la culpa la tiene Abel Caballero, que todo se resuelve con un buen transporte público. Siendo así ¿para qué coño hicieron 4.265 mil plazas de aparcamiento?

Adentro, los pasillos tenían la amplitud de campos de fútbol. Las salas de espera, por contra, estaban atiborradas. Los carteles indicadores eran diminutos, aptos solo para quienes tengan la agudeza visual de un felino, siempre que se ayuden de unos catalejos. En la cafetería, una con la risa falsa, me habló como si fuera subnormal. Y el personal, en general, estaba en la inopia. Lo dicho, Merlin y pandilla. Magia, de momento, poca.

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