Mentir o no decir verdad

Hace unos días, el diario “El País” tituló en su primera página que la Guardia Civil no había encontrado pruebas de que el fiscal general García Ortiz hubiera difundido mensajes cuyo contenido se refiriera al pacto alcanzado por la pareja de Ayuso con Hacienda para escalonar su deuda. El periódico no mentía con semejante titulación, pero tampoco decía la verdad. La realidad era que el fiscal general había borrado todos los correos que almacenaba su dispositivo correspondiente al periodo investigado y por tanto, la Guardia Civil en su investigación no encontró nada. Las cosas como son, el comportamiento del máximo representante del Ministerio Público provoca en una buena parte del contribuyente la inequívoca sospecha de que está tratando regatear la posibilidad cada vez más patente de acabar en el banquillo, pero estamos en un país longitudinalmente dividido, en cuya división se han incluido –mala práctica es esa- los medios de comunicación los cuáles, como ocurría en el siglo XIX, han tomado partido abiertamente con unas u otras formaciones políticas y este ejemplo de “El País” es uno de esos modelos ilustradores de que la tal práctica es cosa hecha.

Desgraciadamente este escenario perverso al que hemos ido desembocando en brazos de una clase política deleznable, -en general y seguramente la peor de todas las posibles desde los tiempos del rey Fernando VII- nos ha facilitado un campo de mies para plantar la fea y rechazable costumbre de la mentira porque la mentira florece como los cerezos nada más iniciado el mes de abril, si las condiciones políticas, institucionales y parlamentarias son tan precarias que no le ponen freno. Si la Guardia Civil no encontró nada en los dispositivos de García Ortiz era porque no había nada. O lo que es lo mismo, no porque dejara de escribirlos sino porque los borró cuando se vio amenazado y comprendió que su acción podía abocarlo a una situación muy molesta. Las posteriores averiguaciones han constatado que Ortiz recibió el mensaje sobre el novio de Ayuso 85 minutos antes de que fuera difundido por la radio, y sus mensajes llegaron posteriormente a sus destinos como se refleja en los receptores. Mentir está muy feo y cómo lo verá de mal Sánchez, que ha decretado una cruzada contra el bulo al sopesar que él es el primero de la lista en difundirlo. Más vale prevenir…