Las memorias de Juan Carlos, daño innecesario a la Corona

Publicado: 10 dic 2025 - 00:04

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La lectura completa del libro de la francesa Lucien Debray, presentado comercialmente como “Reconciliación” y memorias del rey honorífico Juan Carlos I, deja a uno perplejo por las mentiras, tergiversaciones, ausencias y omisiones de hechos sobradamente conocidos y confirmados. Hay una falta de respeto el tratamiento a su esposa, a la que llama “Sofi” y una descarada quiebra de dignidad cuando se refiere a sus “deslices sentimentales”. Incluso presume de su inocencia total por la comisión de actos que hubieran llevado a la cárcel a cualquier ciudadano que, como es su caso, no estuviera protegido por la inviolabilidad (Artículo 56 CE), el aviso a tiempo para evitar el delito fiscal, las prescripciones y el resto de los beneficios que sostienen su impunidad. Considera normal recibir regalos millonarios de sus amigos árabes y afirma que fueron los medios quienes se inventaron las conductas que se le atribuyeron y no cometió y. ya puestos, llega a decir que fueron las malas compañías de algunos que creía amigos los que lo llevaron a actos que lamenta, porque personalmente nunca ha estado interesado en el dinero.

Insiste en que está exento de toda culpa, y que fueron infundios y falsas acusaciones cuanto se publicó sobre sus cuentas en paraísos fiscales y cuanto se le atribuía como comportamiento irregular e impropio, porque “fui difamado por la prensa, por el Gobierno por sus declaraciones extravagantes que buscaban mi ruina” (pág.61). Nada alude al viejo y conocido hecho de que vino recibiendo una comisión por cada barril de petróleo que llegaba a España ni alude a su amigo (luego condenado a pena de cárcel, por el Caso Kío) Prado y Colón de Carvajal, mediador en el primer chantaje de María García (Bárbara Rey) con fotos y vídeos de su relación. Los audios aportados por este personaje son desoladores y denotan al modo de desprecio y desamor con que Juan Carlos trataba a su esposa, a la que aconsejaba que se quedara en Londres (donde ha venido viviendo gran parte del año) con su hermano.

Gran parte de estas memorias son un alegato contra la reacción de su hijo al privarle de asignación económica y acudir a un notario para anunciar la renuncia a su herencia, y forzarlo a salir de España al tiempo que critica a la esposa de Felipe, Letizia, por no contribuir al clima de concordia dentro de la familia real. Este personaje que hizo siempre lo que le dio la gana dice no haber sido dueño de su destino. Con respecto a Franco vuelve a decir, como ya dijera, que nunca permitió que se hablara mal de él en su presencia, puesto fue quien lo puso donde estaba. Reclama para sí, olvidando al conjunto del pueblo español la transformación del régimen, y hasta hay episodios pintorescos, como cuando glosa la figura de su preceptor Torcuato Fernández Miranda, quien lo libró de escrúpulos por firmar, como heredero de Franco, los principios del Movimiento Nacional, que eran “por su naturaleza permanentes e inalterables”, pero lo tranquiló, cosa que no cuenta en el libro, que le autor de la Ley para la reforma política, como si fuera Groucho Marx, “ya los cambiaremos”

Con relación a su padre omite, disfraza y falsifica, tanto la cambiante postura de éste con relación a Franco, y sobre todo con él mismo con respecto a su reacción cuando el caudillo lo hizo su sucesor. Dice que es normal entre reyes admitir regalos como los que él recibía y que no hacerlo podría ofender la donante. Y que los 100 millones de dólares que le donó el rey Abdulah de Arabia Saudí eran en realidad donación a la familia real, destinadas a asegurar el futuro de su esposa a hijas. Si cometió errores fue por mal aconsejado. Si bien 65 millones de euros de ese origen los transfirió a su amante Corinna Larse que los reenvió a una cuenta del banco Gonry and Cie en Nassau (Bahamas). De esto en sus “memorias” no dice nada.

En la página 408 dice que “al margen de esta vida agitada y estimulante tuve mis deslices sentimentales. Una relación en particular se hizo pública. Sería hábilmente instrumentalizada y tendría graves consecuencias sobre mi reinado.” De modo parecido sobre vuela el caso “Noós”, si bien confiesa que quiso darle todo su apoyo a Unrdangarín, pese a sus consecuencias desagradables. Concluye diciendo_ “Sé que en los últimos tiempos he podido decepcionar a algunas personas que se limitan a considerar únicamente los deslices de mi vida privada. Como he admitido en estas páginas no soy un santo”.

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