La memoria como propaganda

Publicado: 11 dic 2025 - 04:38

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Opinión. | Atlántico

Cuando los políticos intentan adueñarse del pasado su intención es convertirlo en propaganda. Por eso, y tal vez como resultado de su falta de lecturas en alguna de sus intervenciones recientes, hemos podido escuchar al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero proclamar que la Segunda República fue "un período luminoso" de la Historia de España. Semejante hipérbole se comenta por sí sola y se compadece mal con el trágico inventario de casos de violencia sectaria de uno y otro color, azules o rojos.

Fuego cruzado que por el camino de los ajustes de cuentas ensangrentaron los días de aquél tiempo que, siendo verdad que nació preñado de sueños, también lo es que acabo en la pesadilla de una guerra civil cuyo ominoso recuerdo intentamos olvidar durante la Transición optando por la reconciliación. Reconciliación que ahora políticos como el arriba mencionado -un falso bueno en todo- pugnan por resucitar en la aviesa idea de dividir, de polarizar a la sociedad española.

Y no está solo porque otras instancias también se han apuntado a la corriente revisionista del legado de la Transición realizando una interpretación sesgada de la llamada Ley de Memoria Democrática que centra su objetivo en las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista, pero nada dice de los actos de violencia fechados durante la Segunda República.

Resulta decepcionante escuchar a algún ministro argumentar a favor de mapear determinados edificios o parajes vinculados con la represión llevada a cabo durante la dictadura franquista -comisarias, campos de concentración, lugares de ejecuciones-, sin completar el recorrido histórico señalando aquellos sitios en los que durante el período republicano milicias socialistas, anarquistas o comunistas habían instalado una checa, un centro de detención arbitraria, tortura y hasta de ejecuciones extrajudiciales.

La generación de la Transición había apostado por pasar página de lo acaecido tras el golpe de Estado que desencadenó la guerra civil pero también sobre los sucesos de Asturias en 1934. Ahora, quienes repudian la Transición no han querido entender el significado profundo de un término -reconciliación- que remite no tanto al olvido como, dicho en palabras de Manuel Azaña, a la "paz, la piedad y el perdón". Por eso perseveran en su proyecto de división de la sociedad. Les conviene crear tensión, desviar la atención de los ciudadanos para que en el trance de votar pesen más las emociones que el juicio a su modo de gobernar. Es la recreación del pasado como ingeniería social.

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